Viajar en tren por Europa resulta de lo más habitual. Viena, por ejemplo, dista menos de tres horas de ciudades como Praga o Budapest, de manera que trasladarse en tren para pasar un fin de semana en alguna de estas ciudades es, desde hace años, de lo más común para los vieneses.
Desde hace un tiempo, la alianza entre Renfe y Sncf, la compañía de trenes estatal francesa, han acercado España al resto de Europa, y particularmente a Francia. Al menos en materia ferroviaria. De esta manera, en pocas horas uno puede llegar desde Barcelona a ciudades tan distintas y tan atractivas como Lyon o Toulouse. Lo que permite disfrutar de un puente o de un fin de semana en Francia sin la necesidad de conducir.
Narbona es, en este sentido, una de las ciudades de moda de la región francesa de Occitania. Los trenes de alta velocidad de Renfe y Sncf han acercado esta ciudad a solamente dos horas de Barcelona. Además, las múltiples frecuencias permiten adaptarse a cada viajero y aprovechar un fin de semana por completo. Por ejemplo, partiendo de Barcelona un viernes por la tarde o un sábado a primera hora y regresando el domingo por la tarde.
En este post os contaremos acerca de algunos lugares que no os podéis perder en Narbona.
El Mercado de les Halles, mucho más que un mercado
Un buen lugar donde empezar vuestra ruta por Narbona es en el mercado de Les Halles. En Francia, los mercados son mucho más que un lugar donde provisionarse de viandas. Y Narbona no es una excepción. Entre fruterías, verdulerías, carnicerías y pescaderías, encontraréis multitud de tiendas gourmet donde degustar las especialidades regionales. Además, si os acercáis a Les Halles a la hora del almuerzo, este mercado supone un excelente lugar donde disfrutar de la gastronomía local. La existencia de un buen número de restaurantes lo permite. Entre ellos, nos gusta especialmente Chez Babelle, regentado por el antiguo jugador de rugby Gilles Belzons. Lo curioso es que Belzons pide la carne a gritos, megáfono en mano, a las carnicerías situadas frente a su puesto. Estos le devuelven, por vía aérea y envueltas en papel, la carne demandada. El espectáculo es de lo más curioso. Si os gusta el magret de pato, este es vuestro lugar.
La Narbona romana
Narbona fue fundada en los albores de nuestra era, por lo romanos. Aquella colonia de Narbo Martius creció de manera exponencial durante los primeros siglos de su existencia, hasta convertirse en capital de la provincia romana Narbonense.
Lógico, por tanto, que algunos de los lugares que no os debéis perder en Narbona hagan referencia a aquel pasado romano. Por ejemplo, justo enfrente del ayuntamiento podemos localizar un pequeño sector de la que fue la Via Domitia. Se trataba de una calzada empedrada que unía las provincias romanas de Hispania con la Península Italiana. Aquella Vía Domitia pasaba por algunas poblaciones de la relevancia de Narbo Martius (la actual Narbona) o Nemausus (Nimes). Tampoco os podéis perder el cercano Horreum de Narbona. Se trataba de un conjunto de galerías subterráneas que habrían sido utilizadas como almacenes durante la época romana.
La Catedral y el Palacio Arzobispal de Narbona
La Catedral y el Palacio Arzobispal son dos de los edificios más imponentes que hay que ver en Narbona. La Catedral de Narbona, dedicada a los santos Justo y Pastor, es un ejemplo del más robusto de los góticos, semejando en algún momento a una auténtica fortaleza. Se trata de la tercera catedral más alta de Francia, aunque la verdad es que jamás acabó de terminarse, de manera que se echa en falta una fachada occidental que la asemeje a las grandes catedrales de la Isla de Francia. Quizá sea la cabecera del templo, junto al conjunto de arbotantes, lo más espectacular de la Catedral.
No menos relevante resulta el Palacio Arzobispal, que nos recuerda la importancia que esta ciudad tuvo durante la época medieval. La fachada principal la encontramos en la Plaza del Ayuntamiento, justo enfrente del sector de la Vía Domitia del que ya hemos hablado. Este conjunto monumental está considerado como el segundo en importancia en Francia de este tipo, solo por detrás del Palacio de los Papas de Aviñón. En la actualidad, parte del Palacio Arzobispal está ocupado por las dependencias de la Casa Consistorial de la ciudad. Sin embargo, otro espacio lo ocupan sendos museos a los que merece la pena echar un vistazo: son el Museo Arqueológico y el Mueseo de Arte de Narbona. Solo por subir a lo alto del torreón medieval de Gilles Aycelin ya merecería la pena acceder al Palacio Arzobispal. Desde lo alto se domina todo el casco medieval de Narbona.
Del Pont des Marchands a la Colegiata de Saint-Paul
Más allá de los grandes monumentos, Narbona es también un buen lugar para pasear. Justo en el centro de la ciudad se ubica el Canal de la Robine. Se trata de un ramal del Canal del Midi que forma parte del Patrimonio de la Humanidad y que une el río Aude con la ciudad de Narbona, para acabar desembocando, tras una serie de estanques, en el mar Mediterráneo.
El Pont des Marchants, que supera el Canal de la Robine, recuerda al florentino Ponte Vecchio. Desde ahí, un paseo trufado de tiendas supone una de las zonas comerciales más elegantes de Narbona, que desemboca en la plaza de las Cuatro Fuentes, dominada por una fontana que dispone de ocho caños.
Desde este punto podemos buscar la Casa de las Nodrizas, que recibe este nombre por el diseño de sus renacentistas ventanas del siglo XVI, para terminar en la Colegiata de Sani Paul, otro de los templos que no os podéis perder en Narbona. Se trata de una de las iglesias góticas más antiguas de Francia y sus dimensiones son catedralicias. Las ranitas que decoran las pilas de agua sagrada de esta iglesia son uno de los símbolos de la ciudad.
Los Grands Buffets
No quisiera terminar este post acerca de Narbona sin la que es una de las citas ineludibles de la ciudad. Me refiero a los Grands Buffets, un restaurante que está reconocido como el mayor buffet libre del país. En este restaurante, que sirve a más de 1000 comensales al día, encontraremos más de 300 apuesta culinarias distintas. Se trata de cocina de alta calidad a precios razonables. La verdad es que terminar vuestro recorrido por Narbona haciendo una visita a este templo de la gastronomía francesa resulta una forma ideal de cerrar el fin de semana.
Texto y Fotografías: Jordi Martínez es autor del blog de viajes y etnología Mil viatges
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