¿Qué hora debe de ser? Aún es de noche pero me levanto y empiezo con la rutina matinal. Eso sí,  levitando por casa como Spiderman para no despertar al resto de la familia (creedme si os digo que es una habilidad de las madres levitar por casa para no despertar a los peques). Una vez salgo de casa con la maleta, el ordenador, el bolso, – que aunque me vaya sola por trabajo, no lo vacío de toallitas, muñecos y galletas- y me dirijo a Madrid. Esta es una de mis rutinas desde hace años.

Empecé a viajar por trabajo desde los veintimuypocos años, y normalmente lo hacía en Puente Aéreo, donde era un rara avis encontrar a una veinteañera con cara risueña e ilusión por el primer trabajo entre tanto “traje y corbata y cara seria” pero desde 2008 aposté por el Ave…

Un paréntesis

Sales de Sants y el paisaje es más bien gris para pasar al verde de los bosques de pinos, hasta salir de un túnel y encontrarte en mitad de la niebla de Lérida que da paso a los Monegros y poco a poco reaparece el verde pasando por las distintas tonalidades de ocres y marrones.

Y si decido encender el ordenador o revisar los emails, tengo que luchar para no mirar por la ventana y preguntarme si ¿Podría subir a ese monte? ¿Hacia dónde llevará ese caminito sinuoso de tierra? ¿Quién empezó a andarlo teniendo en cuenta que si levanto la vista no hay señales de vida a su alrededor? ¿Quién vivirá en esa aldea que se ve al fondo en el horizonte?

Pero la verdad es que para mí, hacer el trayecto el tren es un paréntesis de al menos 2,30 horas antes o después de un día intenso donde mi imaginación vuela viendo los distintos colores pasar. Y últimamente, me encanta descubrir la versión moderna de los molinos de viento… y entonces me imagino la conversación entre Sancho Panza y Don Quijote ante tal ejército de molinos….

5 razones objetivas para optar por el tren:

  1. Sé exactamente cuánto tiempo voy a tardar en llegar al centro de Madrid, y eso hace que pueda aprovechar mi tiempo, lo cual para una madre trabajadora autónoma como yo es muy, pero que muy importante: confieso que alguna vez he cogido un Ave con llegada a las 9:10 horas y tener una reunión a las 9:30 horas… eso sí que es Time Saving.
  2. Cuando me toca madrugar para estar temprano en Madrid (habitualmente), puedo mantenerme en una especie de vigilia aletargada en el taxi hasta Sants para seguir durmiendo cómodamente en el tren.
  3. Si no puedo dormir porque tengo que trabajar (os lo recuerdo, soy autónoma, los autónomos nunca dormimos), puedo hacerlo durante todo el trayecto. Aprovechando cada minuto.
  4. Si tengo la suerte de que no he tenido que madrugar y no necesito trabajar en el tren (alguna vez ocurre…) puedo disfrutar del paisaje, me relaja muchísimo simplemente ver pasar los Monegros por la ventana.
  5. Y en general, subir a un tren me hace sentir que voy a iniciar una gran aventura y no simplemente otro viaje laboral. Y si no acordaos de Julie Delpy y Ethan Hawke en “Antes del amanecer”.

Así que, hacedme caso y no lo dudéis: ¡poned un Ave en vuestras vidas…laborales!

Autoras: Natalia Armstrong es Responsable de Comunicación Externa de Novartis Farmacéutica España / Ana Giménez Plaza es Consultora de Investigación cualitativa en GPlace.