Si la referencia se busca en espejos retrovisores, actualmente la estadística refleja que el número de mujeres se incrementa paulatina y progresivamente en determinados oficios de tradición masculina. En vías paralelas, las palabras que definen ocupaciones estrenan género más o menos reciente: médica, matrón, bombera, modisto son meros ejemplos… Y haciendo un guiño a la positividad; algunas profesiones ya nacían con vocación de igualdad al emplear un solo vocablo desde su origen; maquinista sin ir más lejos. Sobre tal principio de común y visionario denominador (allá por mediados del siglo XIX), apuntalamos la segunda entrevista de la sección Mujeres en Renfe.
Teresa Rey, María Fernández y Pilar Sánchez de Pablo representan a generaciones de maquinistas distintas y ejercen sin que el género determine, discrimine ni importe. Las tres recorren trayectoria en Renfe para compartirla con nosotros en un viaje que aúna veteranía y savia nueva sin entrar en contradicción. La cita es en la estación de Atocha; punto de encuentro y partida de trenes Ave, Cercanías, Larga y Media Distancia que concilian en un mismo espacio horarios y destinos dispares. La vida misma que fluye en el relato de tres mujeres que son embrión y evolución, causa y consecuencia, de una profesión que hoy visualizamos desde otra mirada, la femenina.
Las tres recorren trayectoria en Renfe para compartirla con nosotros en un viaje que aúna veteranía y savia nueva sin entrar en contradicción.
En la carrera de fondo femenina queda mucho trayecto por recorrer, pero ustedes se hallan en la cabecera del tren, llevan los mandos y son llave de una maquinaria que no dará marcha atrás. Desde su visión triangular, cuéntennos cuál fue su motivación principal para ser maquinistas.
Teresa Rey: Ingresé en Renfe en 1982 mediante concurso público. Optaba a varias plazas y superé las pruebas para Ayudante de Maquinista. Entonces tenía 19 años y hasta la fecha he ejercido de maquinista. Soy la trayectoria de todos mis compañeros y actualmente ocupo el cargo de Jeja de Maquinistas con responsabilidades diversas. Pasados 37 años, no imaginaría mi vida en otro puesto de trabajo.
María Fernández: Comencé a trabajar como maquinista en 2015. Antes me licencié en Magisterio y mi intención era ejercer como profesora, pero la crisis y el paro me llevaron a obtener la Licencia y el Diploma de Conducción. Mi padre me había animado en ocasiones anteriores a matricularme en el Curso de Conducción y yo me resistía… Tres años después no entendería mi día a día sin conducir trenes.
Pilar Sánchez de Pablo: Ingresé en la convocatoria de plazas para ser maquinista hace tres años, igual que María. MI caso también es similar al suyo porque me licencié en Ingeniería Agrónoma. Apuntarme al curso de formación preparatorio para obtener la licencia de maquinista y el diploma que acredita los conocimientos para los Certificados de Categoría B, me llevan hasta hoy. Coincido con mis compañeras en que tampoco me vería ya ejerciendo otra profesión.
Su trabajo requiere una formación constante y habilitaciones específicas para conducir según qué tren. Los avances tecnológicos habrán repercutido directamente en su modo de proceder…
T.R: A lo largo de los años el oficio ha evolucionado en favor de la tecnología. Actualmente interviene en las labores de conducción en un 90 por ciento. El porcentaje era muy inferior en mis inicios. Entonces, cuando una avería u otra circunstancia paralizaba el tren en plena vía, la soledad era una compañera de viaje frecuente y tenías que ingeniártelas para solventar la incidencia. Y lo hacías accionando manualmente mecanismos hasta lograrlo.
M.F: Como maquinista desde 2015 mi experiencia es otra porque la tecnología siempre ha estado presente. A veces quisiera poder ´enredar´ un poco más por arriba y abajo, aquí y allá…
P.S: La tecnología te mantiene comunicada en todo momento con el Centro de Gestión de Cercanías (CGC) y a cualquier incidencia que suceda, la coordinación y cobertura es inmediata. Nunca estás sola en la cabina.
Al hilo conductor, su puesto de trabajo no se ubica en una oficina al uso con compañeros. Tampoco los viajeros las ven. ¿Cómo llevan tal peculiaridad?
T.R: A mí me gusta decir que viajo a bordo de mi oficina portátil porque me la llevo a todas partes. Es un privilegio ver desde mi cabina tantos amaneceres. Hay paisajes como el del Valle de Los Pedroches que incluso me han inspirado para escribir. De hecho, regalé a una amiga por su cumpleaños un relato que describía mis sensaciones como maquinista en el Ave.
M.F: Coincido con Teresa en lo de los amaneceres y las vistas en primera línea. Recuerdo la impresión que me provocaba el mar durante los meses que trabajé en la red de Barcelona. Respecto a los compañeros, están todos contigo aunque no les veas. De hecho, si alguno viaja en el tren en su tiempo libre y algo sucede, falta tiempo para aparecer de inmediato en la cabina, preguntar qué pasa y ofrecer ayuda.
P.S: En mi caso, al trabajar como maquinista en un Cercanías y con horarios más o menos similares, coincido con los mismos viajeros muchas veces. Les veo desde la cabina al tomar el tren en el andén y me gusta pensar que el trayecto les resulta agradable, que llegan a destino bien. También me preocupa si una incidencia retrasa la hora de llegada a sus quehaceres cotidianos.
La cuota femenina en su profesión es proporcionalmente muy inferior a la masculina. Suman 161 mujeres frente a 5210 hombres adscritos al personal de conducción. Quizá han vivido alguna anécdota por ser mujeres que quieran compartir.
T.R: En mi primera etapa, algún factor de circulación nunca me entregaba a mí la documentación antes de la partida del tren, aunque fuera yo la maquinista y el compañero el ayudante. Si era por extrañeza o costumbre, ya ni me molestaba… Y siendo maquinista del Ave Madrid – Sevilla, recuerdo salir de la cabina y un viajero me llamó la atención diciendo que iba a poner una queja porque no le había servido todavía el refresco solicitado. Por seguir la historia, le llevé la bebida y su sorpresa fue mayúscula cuando después supo que era la conductora del tren. Formábamos la tripulación en el Ave un gran equipo, algo parecido a un Gran Hermano. Nos reíamos después tras situaciones así.
M.F: Un compañero realizaba prácticas siendo yo maquinista. Hubo una incidencia y tuve que salir de la cabina. Avisaron del Centro de Gestión alertados, les habían informado que las redes sociales echaban humo por quejas de los viajeros a bordo del tren que conducía. Revisaba el protocolo una y otra vez para verificar que había seguido los pasos como debía. Todo estaba bien y no había error. Dado que el uniforme no es por normativa de uso obligado, vestía sin que pudieran identificarme como maquinista y dieron por supuesto que un maquinista de Renfe llevaba a una amiga en la cabina…
P.S: Mientras conducía un Cercanías, me comunicaron que una viajera había sufrido un desmayo. Así que fui a prestar ayuda y atender a la mujer. Hubo quien me impedía el paso alegando que debía ser el maquinista quien se responsabilizara de comunicar lo que estaba sucediendo; avanzar a la siguiente estación o permanecer con el tren detenido, avisar al CGO para el traslado en ambulancia a un centro de salud. Al presentarme como maquinista hubo caras de sorpresa, desde luego. No les entraba en la cabeza que pudiera ser yo la conductora.
La cuota femenina en su profesión es proporcionalmente muy inferior a la masculina. Suman 161 mujeres frente a 5210 hombres adscritos al personal de conducción.
Por último, nos gustaría finalizar con una reflexión o que mencionaran alguna circunstancia que quieran destacar de su propio itinerario vital.
T.R: En mi caso tiene nombres y apellidos y es un cáncer de mama que superé en dos ocasiones. Cambió mi perspectiva y me hace mucho más fuerte y capaz para vencer cualquier obstáculo que se pueda presentar.
M.F: Mi conclusión es que mi trabajo me aporta felicidad y que me encantaría que todos sintieran la misma satisfacción ejerciendo su profesión cada día.
P.S: En el momento que inicio jornada laboral, aparco el estrés, las prisas y responsabilidades ajenas al trabajo (Pilar es madre de un niño de diez meses). Me sitúo a los mandos de la máquina y me siento satisfecha, con toda la vía por delante.
En territorio personal…
Teresa cuenta que anualmente se citan las mujeres maquinistas. Desde hace décadas se reúnen por ocio y costumbre y porque les ata uno de los vínculos más libres y solidarios que existen; la amistad. Provienen de distantes puntos geográficos y ya están inmersas en la organización del próximo encuentro. Será un fin de semana y anima a María y Pilar, la nueva generación, a sumarse al grupo que, fuera casual a no, hoy dotamos de rostro y voz en tres mujeres que representan al tres por ciento del colectivo de maquinistas en Renfe.
Texto: Verónica Portell
Fotografías: Miguel Ángel Patier
Conoce la trayectoria profesional de otras Mujeres en Renfe en nuestro blog.
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