Huesca cautiva entre montañas, riscos, y buena mesa. Es una tierra verde trufada de ríos, de bosques, y de cimas infinitas que seducen, y que sacan el explorador que todos llevamos dentro. Nos adentramos en tierra de energía y de naturaleza desbocada que posee un trozo del paraíso en forma del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Pero también guarda la Sierra y Cañones de Guara, los Valles Occidentales, y el Posets-Maladeta, tres Parques Naturales imprescindibles en las agendas de los apasionados por el ecosistema.

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Panticosa.

Huesca también es tierra de leyendas, de pueblos con encanto, de espectáculo de color, de tonalidades boscosas que sacan lo mejor de cada viajero. Esconde los bosques naturales más espectaculares, donde la Selva de Oza, los Cañones de Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta, la Selva de Plan, el valle de Bujaruelo, y la selva de Hoz de Jaca, rinden culto al esplendor. Está cuajado de increíbles rincones, iglesias, ermitas. Posee aguas termales que ya usaban los romanos, la tirolina doble más larga y alta de Europa, alta montaña para escaladores, y una excelente mesa para gourmets. Esta área sirvió como refugio a los rebeldes, y fue paso fronterizo para el estraperlo.

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El Pueyo.

Por estos parajes corren prácticas de magia y brujería. Son muchos las ritos y leyendas que por aquí circulan, una amalgama de superstición y tradición. Aquí es fácil encontrar majestuosas chimeneas sobre las que se colocaban una simple piedra, un puchero, una cruz, o como en el caso de los pueblos del Serrablo, seres de apariencia terrorífica. Las llaman espantabrujas porque dicen que evitaban que las brujas se colaran en los hogares a través de la chimenea, la única entrada que no se podía cerrar.

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Sallent de Gallego.

Toda la comarca posee historias de magas, donde al parecer, hubo procesos judiciales como primeras acusaciones del Altoaragón en 1432, o el último desaforamiento del valle de Tena por delitos de brujería, en 1619. Recorremos el Pirineo en un viaje en entre alta montaña, bosques, ibones, y parajes increíbles nada transitados. Es un paseo entre crestas, lagos, glaciares, bosques y fascinantes creencias ancestrales.

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Lanuza.

Aquí esta Lanuza, un espejismo reflejado en su lago, que fue expropiado el siglo pasado para la construcción del embalse. Pero los cálculos de los ingenieros fallaron, y muchas de sus casas se salvaron de la inundación. Así que sus habitantes regresaron, y hoy es uno de los pueblos más bellos del Pirineo, donde cada verano se celebra el Festival Internacional de las Culturas Pirineos Sur, en un escenario flotante sobre el pantano.

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Tramacastilla de Tena.

Y Tramacastilla de Tena escondido entre pinares, robledales y prados a mas de 1200 metros de altitud. Entre casonas solariegas de noble porte, muros y bellos balcones, se alza su pequeña iglesia románica del XII, con un excelente retablo renacentista del XVI. El paisaje desde Tramacastilla es impresionante porque su horizonte muestra las altivas y bravas Peña Telera, y Peña Blanca.

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El Pueyo.

Otro tesoro es Benasque con una incalculable riqueza geológica con más de 13 glaciares, 95 lagos, y miles de cascadas que conforman el Parque Natural Posets- Maladeta. Quizá por ello se ha convertido en una referencia internacional en el mundo del Trail running. Y a tan solo 10 Km de Benasque, están los Baños de Benasque, el balneario más alto de España. Una delicia es El Pueyo, uno de esos pueblos que enganchan por sus primorosas calles envueltas en construcciones populares de montaña, como las Casas del Valle, donde tenían lugar las Juntas Generales del Valle. Muy cerca, imprescindible la adrenalina de la Tirolina doble más larga de toda Europa.

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Balneario de Panticosa.

Desde El Pueyo, se llega a Panticosa, donde cada rincón de esta preciosa villa invita a detenerse. Sus balcones de flores multicolores y sus fachadas de piedra se funden con las vigorosas montañas que lo rodean. Interesante su iglesia con base románica del XIII, con un altar de tabla gótico-aragonesa de 1 480. Y desde luego, es imprescindible ascender hasta casi 1 700 metros para llegar al Balneario. En sus las Termas de Tiberio el baño al aire libre, casi acariciando la montaña, en una exclusiva piscina de agua caliente, es una sensación indescriptible.

Sallent de Gallego en tren

Sallent de Gallego.

Ineludible al pie de las más altas cumbres de la cordillera y muy cerca de la frontera francesa, es Sallent de Gállego. Sallent es ideal para perderse entre sus mil esquinas, un café en la terraza del Casino junto al Gigante de Sallent, o comprar deliciosos tomates en cualquier tiendecita. Cada junio celebra la Feria de las Brujas, Mitos y Leyendas del Valle de Tena, pero esa es otra historia.

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Formigal.

Y Formigal, que pertenece a Sallent de Gállego, una joya de la biodiversidad y el senderismo. También es un buen punto de partida para cruzar la frontera y adentrarse en el Pirineo francés. Su iglesia prerrománica del XI, trasladada piedra a piedra desde Basarán, es un verdadero tesoro.

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Canfranc

Otro imprescindible oscense es Canfranc, pero esta, esta sí que es otra aventura.

Texto y Fotografías: Irene González es Periodista y amante de la fotografía @gys_com GsComunicacion

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