Ferroviarios por el mundo cita a Sabela Fondo Quiroga, ingeniera electrónica adscrita al Proyecto Haramain que desarrolla Renfe en Arabia Saudí. Mujer decidida, espontánea y resuelta, es testigo y parte de la transformación social y cultural que protagoniza el país a ritmo de alta velocidad. A través de ella arrojamos luz sobre un territorio que a grandes rasgos ignoramos y, consecuencia de ello, nos cargamos de prejuicios. No alcanza la treintena, y ya acumula trayectoria vital y profesional que la inmensa mayoría no sumaría en varias vidas. Y es que más allá de las oportunidades que surgen de manera inesperada, ella se confiesa rastreadora de las mismas. A la vista está que no permanece quieta en la sala de espera hasta que pase el primer tren, sino que busca la vía que le lleva hacia él para alcanzar destino sin temores que frenen. Ella personifica todo aquello que pretendemos destacar como el motor más positivo en el horizonte que se ha marcado Renfe: la internacionalización articulada en femenino como agente justa y necesaria para encarrilar el futuro.

Antes de contarnos en qué consiste su responsabilidad actual, detállenos cuál es su formación académica.

Estudié Ingeniería Electrónica en mi tierra natal, Galicia. El último año lo cursé en la República Checa, donde presenté el Trabajo Fin de Grado. La experiencia resultó tan enriquecedora, que al regresar supe con seguridad que quería ampliar horizontes y continuar formándome en el extranjero, daba igual en qué continente fuera. Así que me apunté a un curso en Sudáfrica, país donde permanecí casi un año viviendo con una familia musulmana. Entre medias, también trabajé en Londres en el área logística de Inditex.

Dominará entonces varios idiomas…

Español, inglés, gallego y conocimientos de francés y portugués. También intento aprender palabras en árabe, aunque es muy complicado. Aprender idiomas me apasiona porque es la mejor manera de adentrarse en otras culturas.

¿Cuál fue su estreno laboral y cuándo comenzó a desarrollar su carrera profesional en Renfe?

Tras graduarme, trabajé en una consultoría cuyo cliente final era una entidad bancaria. La experiencia no me resultó atractiva, así que, transcurridos unos meses y, a pesar de que disponía de contratación indefinida, opté a las plazas convocadas por Renfe en 2018 como personal de ingreso que desarrollaba su labor profesional en estaciones, concretamente en la taquilla. Mi primera residencia fue en Puerta de Atocha, donde trabajé tres meses en situación temporal para, posteriormente, trasladarme a Barcelona y lograr la plaza fija. Transcurrido un tiempo, la necesidad de interventores a bordo de los trenes, propició el cambio a tareas propias del puesto. Responsabilidad última que recuerdo como un período muy satisfactorio.

«Aprender idiomas me apasiona porque es la mejor manera de adentrarse en otras culturas».

Sorprende que se despidiera usted de un trabajo fijo y, aparentemente más acorde a su formación académica, por un puesto en Renfe que no se ajustaba a sus aspiraciones profesionales.

No exactamente. la familia de mi madre proviene de Monforte de Lemos, localidad con larga tradición ferroviaria. Aunque mis padres nunca han trabajado en el ferrocarril, sí lo hicieron tíos abuelos por parte materna y mi abuelo tenía mucho vínculo con Renfe por su empresa de transporte. Además, vivir en el barrio de la estación lucense, marcaba una identidad en la que el tren siempre estaba presente. Mi madre me animó a presentarme a la convocatoria pública por la fortaleza propia de la empresa, seguridad y proyección que me otorgaba. Así, la curiosidad me animó a indagar sobre cuáles eran las posibilidades que ofrecía Renfe a futuro. La internacionalización en la que está inmersa con el potencial que conlleva, fue el aliciente que reafirmó mi decisión de optar a la plaza.

Quién habría augurado hace tres años que iba usted a trabajar en el tren a La Meca…

Cierto, aunque tuve muy claro desde que ingresé en Renfe mi objetivo de trabajar en el área Internacional. No perdía oportunidad de contarlo y escribir directamente a quien hiciera falta para ofrecerme como candidata a trabajar en los proyectos de Renfe en el mundo. Y quiso el destino, la suerte, la insistencia o la combinación de las tres cosas, que se precisara cubrir con urgencia una vacante que se ajustaba a mi perfil en el Proyecto Haramain. Pasadas las entrevistas personales y, sin apenas darme cuenta, ya estaba allí.

Viajemos rumbo al primer día de su llegada a Yeda. ¿Cuáles fueron sus primeras sensaciones?

La primera fue la humedad y el golpe de calor sofocante, a pesar de que llegara a las tantas de la madrugada. Abrir la puerta de la que iba a ser mi residencia para los años siguientes, y romper a llorar fruto de la angustia y las emociones contenidas. Dudar de mis decisiones y de sus consecuencias. Pero, al día siguiente, me recuerdo en un mercadillo junto a compañeros de Renfe expatriados en Yeda, comprando una abaya (túnica larga hasta los pies que se usa sobre la vestimenta en algunos países árabes) para acudir a las oficinas con el código de vestimenta apropiado. Fue el comienzo de una aventura profesional que inicié en agosto del pasado año.

¿Cuál es su principal cometido en el Proyecto Haramain?

Bajo dependencia directa de Pilar Cutanda, directora Económica y Financiera del proyecto, realizo tareas muy diversas: gestión del ERP (Enterprise Resource Planning, sistema de planificación de recursos empresariales), Fare Revenue (herramienta que se emplea, entre otras funcionalidades, para la gestión de los billetes), apoyo tanto en los Sistemas Técnicos como en los Comerciales, así como tareas propias del área Financiera y de Recursos Humanos: facturación, nóminas, trámites legales…

«Tuve muy claro desde que ingresé en Renfe mi objetivo de trabajar en el área Internacional».

Descríbanos cómo es una jornada cualquiera en Yeda, desde que amanece hasta que regresa a su residencia en el compound.

La jornada laboral es de 9 a 17 horas, pero para llegar al edificio de oficinas debo salir con bastante tiempo de antelación del compound (conjunto residencial donde habita la mayoría de los trabajadores expatriados y de diversas nacionalidades), ya que el tráfico es tremendo y siempre encuentro atascos. Más allá de las tareas descritas, son habituales las reuniones, tanto presenciales como telemáticas, con otros miembros del Consorcio que integran el proyecto. Normalmente, dadas las distancias, almuerzo en la oficina con compañeros y, finalizada la jornada laboral, suelo acudir al gimnasio. Además, de vez en cuando, asisto a clases de salsa, bachata y reguetón. Apuntarme a diferentes actividades siempre es la mejor manera de conocer a gente expatriada de multitud de países y, por supuesto, a saudíes.

¿Bailes latinos en Arabia Saudí? Esto sí que es una sorpresa…

La apertura del país avanza a pasos agigantados desde 2019. De hecho, solo utilizo ya la abaya en ocasiones excepcionales y, por respeto a su religión y costumbres, en los lugares de culto. La realidad es que en el país conviven costumbres ancestrales con las más recientes. Redes sociales, plataformas de streaming e Internet han abierto una ventana imposible de cerrar. El cambio social y cultural es visible a cada paso en las calles. Lo que en España necesitó décadas de transición en evolucionar, en Arabia Saudí se está logrando en escasos años. De hecho, en mi tiempo libre me encanta pasar el día en la playa y disfrutar de un baño en el mar.

¿Disfrutar en la playa y tomar el sol? Esto sorprende aún más…

Son playas privadas por las que hay que abonar una entrada, pero es posible disfrutar de un pedacito de arena y del mar. Aunque se ven mujeres tomando el sol y bañándose sin dejar apenas a la vista centímetros de piel, yo llevo bikini.

Mujer joven e ingeniera en un país que se abre paso a la modernidad (o a lo que entendemos por ella, desde nuestra perspectiva occidental). Está usted siendo testigo y parte de un momento histórico muy interesante.

Así es. Además, tengo el privilegio de contar con un grupo de amigos saudíes, algunos desde mi etapa en Sudáfrica, que me permite conocer sus costumbres desde dentro. Gracias a ello, asisto incluso a fiestas particulares y comparto tiempo de ocio no solo con compañeros de Renfe y trabajadores expatriados europeos, libaneses, egipcios y sirios, sino con saudíes en su ambiente particular. Los lazos multiculturales que se crean son lo más valioso de esta maravillosa experiencia vital.

¿Cómo evoluciona el papel de la mujer saudí en un país que vive una transformación cultural a ritmo tan rápido?

La mujer protagoniza un gran cambio y tiene una visibilidad progresiva de la que carecía en muchos ámbitos hasta hace muy poco. Prueba de ello es una serie denominada “Takki: ¿quedamos?” que retrata en clave de humor cómo eran las relaciones amorosas, familiares y de rivalidad en la ciudad de Yeda hace una década. El éxito de la serie radica en cómo han cambiado en tan solo diez años… También la celebración anual del Jeddah Season, un festival con multitud de actividades y de reciente creación, ha traído consigo aires de apertura y modernidad. Es habitual ver a las mujeres vestidas a la manera occidental y tienen obsesión por mostrarse constantemente en redes sociales, principalmente en Snapchat.

«Los lazos multiculturales que se crean son lo más valioso de esta maravillosa experiencia vital».

En el ámbito profesional, relátenos alguna anécdota o situación que le haya resultado curiosa y quiera compartir con nosotros.

No deja de sorprenderme la costumbre que tienen de quedarse hasta altas horas de la madrugada, aprovechando que las temperaturas bajan, con familiares y amigos en la calle y en las casas. Y durante el Ramadán, dado que no pueden comer ni beber durante las horas de sol, la actividad es nocturna y los trenes de alta velocidad que enlazan las ciudades santas de Medina y La Meca circulan con servicios especiales durante toda la noche. También la exigencia crece exponencialmente por la prestación del servicio.

Le queda tiempo por delante para continuar aprendiendo lecciones valiosas en el proyecto Haramain. Sin embargo, ¿se ve usted en otras áreas de Renfe a corto plazo?

Vivo el presente con mucha ilusión, sorprendiéndome cada día. Pero no me importaría participar en nuevos proyectos en cualquiera de los países donde Renfe va implantándose: México, República Checa o Estados Unidos. Un sueño sería Australia o Nueva Zelanda, que Renfe emprendiera proyectos allí, sí que sería bonito.  Pero, hay otra área que me apasiona por igual, y es todo el camino que queda por recorrer en la Industria 4.0, la Inteligencia Artificial, el cambio de mentalidad global y necesaria que conlleva la digitalización, otra era a la vuelta de la esquina de la que me encantaría formar parte desde dentro en Renfe; el metaverso, blockchain… Queda todo un mundo por descubrir.

Anotaciones al margen…

Sabela se ha aficionado al buceo en Arabia Saudí y, tras asistir a clases prácticas, ha obtenido licencia para descubrir el paraíso multicolor y misterioso que esconden los mares por dentro. Es la actividad favorita que la mantiene entretenida en las horas libres y el mejor antídoto para espantar a la soledad cuando hace mella y pone a prueba a cualquiera, incluso a las más valientes, por mucha fortaleza que se tenga. Porque a la pregunta de cómo lleva la ausencia, responde que bien, pero se le humedecen los ojos cuando surge en la conversación su madre; que viene y va, siempre con ella presente, a pesar de la distancia.  La adora y con ella vuela a través de las fotografías que me enseña del viaje que hicieron juntas en su visita a Arabia Saudí. Pero también su hermano mayor, ingeniero electrónico, al igual que ella (que no por ella, sino al contrario), que vive en Japón, pero ancla como referencia en las proximidades de Mérida a su pareja. Casualidades o no, Sabela halló entre trenes el amor en Extremadura, a escasos metros de donde también lo hizo su hermano. Su padre está presente cuando habla de su Galicia natal, con él se sumerge en tardes de lluvia y cariño a raudales. También su tía, que hoy se enorgullece del destino de su sobrina, aunque de primeras la disuadiera de apostar por Renfe en detrimento de un trabajo fijo.

Y en todo ese paisaje que traza, como en aquellos juegos infantiles de antaño que unían puntos intercalados para componer como resultado un mapa con sentido, añora el pulpo à feira, el jamón ibérico, las cocochas de rape y el marisco gallego regado con el mejor vino de la Ribeira Sacra. Sabela nada como pez en el agua allá donde se encuentre, normal que su afición favorita sea el buceo.

Texto: Verónica Portell

Fotografías entrevista: Miguel Ángel Patier

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