¿Preparar un viaje a Sevilla con dos niños de 6 y 2 años desde La Rioja? ¿En serio? Nada más pensarlo me daba pereza. Pero teníamos unos días libres coincidiendo con los carnavales, teníamos claro que queríamos conocer esa ciudad, y con los niños. Los nórdicos siempre han viajado hasta con bebés a cualquier parte, a los españoles antes nos daba más reparo, pero vamos modernizándonos.

Así que nos lanzamos al turisteo con niños. Coger el coche y conducir 870 kilómetros y 8 horas que con paradas se podrían hacer casi 10 para ir  hasta la capital andaluza no era la opción con un niño tan pequeño que quiere levantarse, ni una niña que se iba a aburrir tantas horas, ni tan siquiera para los padres. Son muchas horas al volante, y oyendo  el temido ¿llegamos ya?. No, imposible. Así que, optamos por el tren. Había varias combinaciones, y elegimos la mejor por horario.

Como somos de Arnedo, pensamos en bajar a Calahorra, coger ahí el tren Alvia hasta Madrid y de ahí el Ave a Sevilla. (Otra opción era vía Zaragoza). Y allá que fuimos marido y mujer, hijo e hija, maletas, y sillita del nene incluida. De Arnedo a Calahorra tenemos 20 minutos de carretera, así que a cualquier familiar podíamos embaucar para que nos acercara a la estación (eso en una gran ciudad es estar al lado).

A las 8.00 cogimos el tren, subimos las dos maletas a los dos niños y la sillita, con espacio adecuado para todo y rumbo a Madrid. Cogimos unos asientos estupendos de mesita en el medio y así nos veíamos todos en plan comida familiar. Y esa mesita nos sirvió ciertamente de buen entretenimiento, ahí pudimos jugar a las cartas, y los niños pudieron hacer sus garabatos. A la llegada a Madrid, casi a las 11.00, en la estación de Puerta de Atocha, bajamos nuestros bártulos, y pronto encontramos nuestra estancia para esperar al Ave. Esperamos solo una horita, el tiempo justo para avituallar, y para que almorzaran los nenes.

Volando en tren a Sevilla

Y ya en el Ave, nos maravillaron las instalaciones, además de los paisajes, y la velocidad que alcanzamos. Era nuestra primera experiencia en Ave, y superó las expectativas. Ya en la gran Sevilla a una hora perfecta, las 14.30, nos encontramos con una estación divina, la de Santa Justa, que anunciaba una ciudad de la misma idiosincrasia, con sus gente amable.  Como el taxista que nos llevó al hotel, el mismo que cuando preguntamos por los carnavales y por si había algún desfile, se dio la vuelta del susto hacia mí., incluso descuidando el volante por mi pregunta tan fuera de lugar para al parecer cualquier sevillano en esas fechas y me dijo ´¿carnavales? ¿Aquí en Sevilla? Nosotros estamos preparando la semana Santa chiquilla… los carnavales en Cádiz´. Y nos quedamos sin sacar el traje de Frozen de la niña de la maleta (por si algún sevillano más se sentía ofendido, aún con esa gracia con la que se me dirigió el taxista).

Pero pasamos unos días estupendos de febrero con ese sol y esa luz tan característica. ¿Y lo mejor? Que para nada nos daba pereza la vuelta, porque iban a ser solo cinco horas y media (impensable con la larga distancia que había geográficamente) y porque la ida había estado genial, los niños se habían levantado en el tren el tiempo que quisieron, se durmieron, jugaron, fuimos al baño, al bar a tomar algo. Y sin que ninguno tuviera que cargar con el volante.

Cogimos el tren en Sevilla por la tarde, a las cuatro menos cuarto,  así aprovechamos toda la mañana en la ciudad. Y a la llegada a Madrid, a la 18.15 nos fascinó que un señor nos esperara con un cartel de que teníamos que ir con él los que íbamos dirección a Logroño, y es que cierto es que solo teníamos 20 minutos para enlazar un tren con otro, pero sinceramente los vendedores de Renfe nos habían asegurado que con los billetes combinados ellos mismos se encargan de que no se pierdan los enlaces. Así que nos llevó por ˋpasadizos secretosˋ, según decía la nena, y llegamos a nuestro tren destino Calahorra, y llegamos a las 21.20. Una hora perfecta para que los abuelos nos pudieran recoger, y para llegar a casa antes de las 22.00 horas y los niños se durmieran como angelitos. Concluimos y cerramos nuestro viaje de cuatro días a Sevilla con niños incluidos. Prueba superada. ¡Y con ganas de repetir con esa comodidad a donde sea!

Bárbara Moreno es Redactora en Noticias de La Rioja

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