Desde el andén, con la complicidad habitual, cargamos con un excelente equipaje de canciones para abanderar un sentido homenaje a quien representa parte de la quintaesencia de la música sudamericana a ambos lados del Atlántico: Alberto Cortez. Ahora y por mucho tiempo buscamos el refugio de sus icónicas canciones que hablan de cosas sencillas. Nos coaligamos con letras que describen cuestiones eternamente cercanas. Un eslalon musical, como respuesta inmediata, se precipita ante nosotros al iniciar el viaje de este nuevo Expreso de la Nostalgia.

Los automatismos nostálgicos mantienen frescos los recuerdos. Hay momentos que sirven de coartada para retratar algunas experiencias. En tiempos de fibrilación primaveral, la movilización de los hábitos musicales no se improvisan. Por mucho que haya y vengan modas musicales, hay canciones que se mantienen y perduran. Nos convertimos en “apropiacionistas” de sus letras y devotos de sus canciones. Todos los pliegues de la personalidad de este singular compositor afloran al escuchar un homenaje, con nombre propio, a su padre.

Las letras de sus canciones continúan grabadas en la mente de sus seguidores. Por mucho que nos lo haya dicho mil veces, volver a los orígenes, al punto de inicio, donde todo comenzó, suele ser una buena manera de encontrar la inspiración. Algunas canciones son diminutos viajes por descubrir y al final llega la recompensa.

Aunque hay éxitos madrugadores que quedan solapados al final de su carrera, la fonoteca nos lo recuerda. Así que no debemos olvidar que corremos el riesgo de incurrir en prejuicios y descuidos si obviamos esta composición que  fue un éxito en otras voces. La curiosidad musical se sacia y las dudas se despejan al escuchar.

Sus canciones no obedecen a imponderables del tiempo, al igual que su largo trayecto artístico, son el reflejo de un pronóstico mil veces reiterado: hablar de los eternos detalles de la vida. La fuerza de los acontecimientos y la pujanza del recuerdo nos empujan a no capitular en busca de prolongar este viaje imaginario donde el refinamiento de su puesta en escena coquetea con el detallismo vocal.

Con el propósito que el recuerdo sea monopolizado por el sentimiento de la amistad, sus evidentes lazos y los necesarios compromisos, hay  canciones que van y vienen con un reposado vaivén sin romper el mecanismo de empatía que nos une a ellas.

Existe cierta unanimidad y no existen opiniones encontradas. En unos tiempos en los que el éxtasis musical actual está más cerca de la química electrónica que de la mística, los artistas significativos que se van, no pasan de largo, dejan huella.

La médula musical se sacude particularmente con descargas poéticas sonoras. Ritmo acompasado y diálogo irresistible al musicalizar las Nanas de la Cebolla de Miguel Hernández.

Hay canciones cuyas letras tiene un eco definido de pura querencia. Nuestro ilustre viajero encargó a la floristería de confianza que cada día enviara una rosa a su mujer al no poder acompañarle esta en su primera gira. Lo prometido es deuda. Y las deudas obligan.

No es necesario buscarse coartadas para jerarquizar el caudal de las canciones del artista que nos acompaña. Letras que después de cincuenta años siguen siendo himnos, más que necesarios para los tiempos que corren. Nuestro entrañable viajero acompañado por el gran Facundo Cabral imparte una lección de humanidad y exquisita sensibilidad.

Un artista único entre cuyas virtudes siempre destaco la fertilidad de temas propios. Las clásicas versiones de su canción romántica más conocida se convierten en una evidencia incandescente que ejerce de timonel del viaje. Intentamos sustraernos a los vaivenes de la nostalgia al escuchar nuevamente.

El viaje supone un reconocimiento eterno a su figura. Las canciones se festejan de manera unánime. La emoción de algunas letras eleva las palabras. Hay temas que sin proponérselo marcan una carrera y son antorchas de libertad que iluminan el viaje vital con rebeldía. Dicen que rendir homenaje es una forma de agradecimiento, por este motivo la última canción de este expreso reina en la primera fila de la nostalgia.

El pasado más inmediato nos devuelve al presente. Nos aproximamos al destino final. Canciones épicas y melancólicas han formado la banda sonora de este viaje surcado por atardeceres musicales en forma de letras que guardan las esencias de la vida cotidiana. El Expreso de la Nostalgia, fiel a su inquebrantable compromiso con el recuerdo musical, volverá a circular. Próxima estación… Continuará.

Texto: Tino Carranava  es Periodista  / @tinocarranava

Fotomontaje locomotora:  Amparo Domingo / Manuel Magán