La noticia del fallecimiento de Camilo Sesto expropia sentimientos íntimamente ligados a la década de los setenta e interrumpe nuestra rutina. La nostalgia nos comisiona para recordar sus canciones. Ahora que la música parece contraerse hacia estilos  ilimitados pero dócilmente franquiciados, se hace más que necesario recordar al artista alcoyano. Desde el andén, con la complicidad habitual, cargamos con un excelente equipaje de temas para bandear un sentido homenaje a quien ha representado parte de la quintaesencia de las baladas románticas.

Seguimos apostando por viajar en busca de la recóndita nostalgia musical de permanente actualidad como obligado cumplimiento. El Expreso de la Nostalgia  es una excusa perfecta, con una densísima carga romántica de canciones que no han dejado de iluminar nuestra banda sonora particular. Tras vencer las dudas iniciales triunfa con su primer éxito que comparte autoría con la actriz Lucia Bosé. La leyenda de su voz comenzaba a hacer nido en el corazón de la juventud.

La fuerza de los acontecimientos nos empuja a no capitular de la memoria imborrable de sus interpretaciones que denotan una personalidad trascendente y una voracidad creativa. Con todo el andamiaje de su potente voz nos empapamos, sin esfuerzo, de esa atmósfera tan insólita, que  transmite emoción, sentimiento y magia al escuchar:

Solo algunas canciones son capaces de acreditar la complicidad melancólica. Canciones de amor y desamor con un máximo común denominador su extraordinaria voz para interpretar esta irresistible balada romántica. Asistimos a la multiplicación de recuerdos. Así las cosas, escuchamos y dejamos la memoria correr…

 Si hay una cosa que debía contener una canción es un porqué. Lo sabía mejor que casi todos, y así lo hizo. Protagonista directo del devenir y porvenir del pop de los setenta, permanecía atento a los avatares culturales y políticos con inspiración, sutileza, recursos vocales y fondo instrumental.

El eco romántico imperecedero de canciones eternas se traduce en una abrumadora importancia en las listas musicales de los setenta, con más de 50 números unos. Mientras ganaba soberanía artística en Sudamérica, formalizaba las ventas de más de 100 millones de discos al otro lado del Atlántico. Los recuerdos suenan en total consonancia con el ambiente de especial emotividad. Hay canciones que sin proponérselo marcan una carrera.

Una voz de personalidad inequívoca con una mirada artística que desconcertaba, a veces, hasta los profesionales más laureados. El inventario de sus conocimientos musicales no tenía fin. Cantante, autor y productor. Es justo que reconozcamos su papel en la historia de la música pop.

Desde el vagón de las estrellas reivindicamos su carisma como pionero del moderno teatro musical para ensimismarnos en el aura que alcanzó su papel de Jesucristo Superstar, cuyo montaje, dirigido por Jaime Azpilicueta, financió en 1975. Su imagen icónica, acompañado de la inolvidable Angela Carrasco, se convirtió en un hito que maximizaba su reputación artística como hilo conductor de una legendaria interpretación formada por gritos afinados asombrosamente y tonos imposibles como telón de fondo.

La conjunción del talento como autor y su virtuosismo vocal nunca caducarán. Donde hubo fuego quedan rescoldos dice el refrán. La frase no está muy alejada de la realidad. Sus canciones suponen un motivo más de agitación musical. En estos tiempos donde el apogeo y el ocaso de las modas son hiperbólicos, su legendaria figura será rotundamente perenne.

El cotidiano ‘déjà vu’ en el interior de los vagones del expreso no defrauda las expectativas. Muy al contrario, crea más adeptos. Sé que en esta convulsa época de falso sentimentalismo es peligroso citar los atributos nostálgicos de ciertas canciones pero las evidencias nos absolverán. Sus letras permanecen intactas.

Los cantantes significativos no pasan de largo, ocupan un periodo de nuestra vida para dejar una huella vitalicia en nosotros. Con los años, las canciones favoritas se convierten en clásicas. La curiosidad musical se sacia y las dudas se despejan al escucharlas. Enfrascarse en comparaciones con otras voces no es apostatar de los valores artísticos de este ilustre viajero. Algunas canciones son antorchas que iluminan los últimos minutos de este viaje.

Aunque en el tramo final de este viaje decidimos también abordar un recuerdo a su último chispazo musical, debemos reconocer que hay éxitos (im)posibles abolidos por los avatares del pasado 2002. Tropiezos menores que no afectaron al saldo artístico de su carrera. No cuesta ni un minuto ni casi ningún esfuerzo, salvo el de la simple enunciación mencionar su simpático título

Aunque el tiempo es el gran aliado del olvido, mientras la industria musical y los estilos evolucionan a ritmo vertiginoso, nos tranquiliza que su voz y sus canciones  permanecen en la memoria de sus miles de fans. La nostalgia nos abre ventanas al pasado como destellos intensos en la memoria de nuestros oídos. Huimos de la caducidad de los recuerdos pero el pasado más inmediato nos devuelve al presente. Este Expreso de la Nostalgia llega a su fin. Permanezcan atentos. Próxima estación: Continuará.

Texto: Tino Carranava  es Periodista  / @tinocarranava

Fotomontaje locomotora:  Amparo Domingo / Manuel Magán