Un día como hoy la nostalgia musical gana notoriedad. Desde el andén nos proponen echar la vista atrás en busca de los momentos míticos del Festival de Eurovisión que han quedado grabados en la memoria colectiva.  Este viaje nos catapulta al recuerdo musical que simbolizan los éxitos del certamen. No todas las canciones ganaron, pero sí dejaron una huella imborrable en nuestra banda sonora.

Del Festival de Eurovisión como icono del pop global han salido himnos y joyas musicales, por encima de las votaciones  geopolíticas y de los delirios escénicos contemporáneos. La nómina de cantantes que viajan como invitados en los vagones de nuestro especial Expreso de la Nostalgia es extraordinaria.

Baladas enfáticas e interpretaciones sentimentales se coronaban entre los gustos musicales de media Europa a través de la jerarquía de la canción italiana de los años sesenta. Las voces de la canción tricolor reinaron durante las primeras ediciones. Escuchamos una pequeña muestra para despertar los recuerdos.

Otras triunfaron de manera particular. Canción ganadora, pero la “atrevida letra” que pedía el divorcio el mismo día que se votaba esta cuestión en Italia (1964) no permitió que los italianos vieran en directo su primer triunfo en el festival. La canción estuvo prohibida en la RAI mientras se convertía en un gran éxito. Cómo hemos cambiado.

Los guiños nostálgicos son una constante mientras se desgranan las canciones. El viaje musical tiene un valor emocional incalculable. Para muestra, un tema maravilloso  que no ha dejado nunca de aportar al presupuesto emocional. La genial composición del Juan Carlos Calderón y el maridaje de dulzura y fuerza vocal de Amaya y Mocedades. A veces, los subcampeones son los verdaderos triunfadores. Estos pioneros vendieron más de un millón de copias en Estados Unidos.

Las casualidades y los errores en la votación propia se unieron para lo improbable. Cuádruple empate. En ese póker de ganadores se encontraba la entrañable Salomé  y su vestido de flecos que se coló en nuestra retina de por vida.

La cercanía del certamen se concilia para generar una tertulia durante el viaje que se transforma en un tributo a la princesa del pop yeyé, en plena efervescencia, que cautivaba a la juventud como símbolo eterno del festival.

En este viaje no podía faltar la figura del gran Augusto Alguero como pionero, compositor universal y autor de la primera canción con la que RTVE participó. Marisol no fue la única intérprete del histórico “Estando contigo”.

Su carta de presentación es sencilla. Pop destilado de manera natural para todos los públicos y gustos. Nada volvió a ser como antes. Posiblemente la canción más conocida del Festival de Eurovisión. Estaban llamados para el triunfo en la nueva era del pop global que asomaba a mediados de los setenta. Nos beneficiamos de un grupo inigualable cuarenta y cinco años después… La rendición de un chico enamorado ante su chica, tal cual Napoleón. Anuncian que el grupo vuelve este año, pero eso es otra historia.

Dos años después del triunfo del grupo sueco. Los ingleses apostaron por seguir con la fórmula para llevarse el certamen. Formación semejante, dos parejas y un tema pegadizo. Prueba superada.

La huella de algunas canciones en la aventura del festival es evidente al plantear en ellas grandes cuestiones existenciales. Musicalmente una de las letras más profundas que trasciende al propio certamen.  A pesar de  obtener sólo un cuarto puesto. Quizás la melodía más importante del gran Battiatto.

Fuente vitamínica de nuevos artistas, factor icónico de futuras estrellas. El Festival de Eurovisión en los ochenta era el escaparate aliado que agrandaba la personalidad del origen de grandes divas de la canción al conseguir el triunfo en el certamen. Pomposa melodía que se convertía en un himno del festival y en el despegue de una desconocida hacia la galaxia musical.

Otras artistas reconocidos mundialmente años más tarde por el celuloide y la música pasaron de manera más discreta por el festival televisivo.

En sus primeras ediciones, el festival se convirtió en un  lienzo musical perfecto que imprimía carácter. Después de cumplir con los obligados débitos musicales habituales,  se agudizan las canciones que no triunfaron pero se transforman en clásicos. El gran Manuel Alejandro le ofrecía la primera oportunidad a Raphael en 1966 con esta creación.

Algunos cantantes convertían sus participaciones en triunfos tras un test de compatibilidad musical tutelado por el gustos de los particulares jurados. Un claro ejemplo es el llamado “Mister Eurovisión”. El irlandés, de origen australiano, Johnny Logan. Hasta como compositor  estuvo a punto de triunfar por tercera vez.

Pocos son los festivales que pueden alardear de haber burlado la fecha de caducidad. Las canciones del Festival de Eurovisión ponen el rostro a los acontecimientos de aquellas legendarias noches de un sábado televisivo primaveral y  reinterpretan momentos familiares con infinidad de letras personalizadas.

En el histórico 1982, mientras nos preparábamos para recibir a los maestros del balón, Alemania Federal, sí cuando todavía no había caído la “delgada” línea del muro de Berlín, triunfaba con una joven cantante y su dulce canción en la que solo pedía “un poco de paz”.

Sí claro, cómo no, lo estábamos esperando. Hay derrotas en el último minuto que impactan. La gran Betty Missiego perdía el festival de Eurovisión a manos de un grupo israelí desconocido. Qué manera de sufrir, qué manera de aceptarlo, qué señorío.

Con el tiempo, la ganadora se convirtió en un clásico popular, mil veces interpretado en fiestas y celebraciones.

Pero antes habían ganado el año anterior con una canción de la que sólo recordamos el curioso estribillo, más allá de la trayectoria musical del tema… Pasapalabra.

La última canción de este expreso reina en la primera fila de la nostalgia, donde se mira de arriba abajo. Su cincuenta aniversario nos obliga. 1968. Calor esencial para el acento musical del día. Nos rendimos a la evidencia y al Dúo Dinámico como autores de la canción. Hay razones contundentes. La naturalidad derrochada por Massiel también parece suficiente argumento.

El expreso llega a su fin tras retomar la relación con los artistas idolatrados y las canciones favoritas de esta recóndita armonía catódica que era el Festival de Eurovisión. La utopía del viaje musical está en el pasado. En el permanente deseo de querer resucitar los temas clásicos. Esta aventura continuará con nuevas ediciones. Nostálgicos al tren. Próxima estación: Eterno 1968.

Tino Carranava  es Periodista  / @tinocarranava

Fotomontaje locomotora:  Amparo Domingo / Manuel Magán