Mientras las agujas del reloj marcan los latidos del epílogo primaveral nos entregamos a esta cíclica degustación musical, a bordo de un nuevo Expreso de la Nostalgia Especial como tributo a las estrellas que han dejado de brillar en el universo musical recientemente. La nostalgia no se impone, se construye sin atajos. La carrera de nuestros ilustres viajeros se convirtió en el eje de un tío vivo musical donde el Rock, Soul, Country y Pop son posibles durante este trayecto.

Lo prometido es deuda. Y las deudas obligan. Sus canciones activan el metabolismo, se acabó la palabrería, ha llegado el momento de rendirles homenaje. En un plazo máximo de dos compases alcanzamos la velocidad artística deseada. El rock es una bombona de oxígeno para los nostálgicos que se queden sin aire tras el fallecimiento del último de sus reyes, el gran Little Richard:

 

Donde hubo fuego quedan rescoldos dice el refrán. La frase no está muy alejada de la realidad. Las canciones que acompañan la carrera de nuestro primer protagonista suponen un motivo más de agitación musical.

 

Historias musicales esculpidas en el corazón. Canciones  irrepetibles y  conciertos  ejemplares. En suma, lecciones del paso de su existencia artística. Ya se sabe, hay escenarios en los que nuestro primer protagonista no necesitaba tomar ninguna iniciativa. Este utópico viaje que asalta los cielos musicales nos obliga a entregamos desde el primer minuto con su mejor soul acompañado de Don Covay.

 

El Expreso de la Nostalgia recupera la transversalidad musical ante la pertinencia de realizar un viaje virtual a ambas orillas de la música popular americana. Un tren chárter, con voz propia, donde las canciones dotadas de una letra perpetua nunca se agotan. Pocas veces existe tan alto consenso entre la tripulación.

 

El expreso de hoy polariza los recuerdos y aúna las voluntades de todos los viajeros. El empeño emocional nos obliga a recordar a uno de los grandes del country que nos dejaba recientemente como una leyenda musical perenne acompañada de un recordado dueto con la legendaria e incombustible Dolly Parton.

 

Los cantantes más significativos no pasan de largo, ocupan un periodo de nuestra vida y dejan huella en nosotros. No podemos abandonar este viaje sin realizar una parada en Madrid, para recordar a Luis Eduardo Aute. Aunque somos conscientes que ninguna lógica frena pasiones y afectos, a veces vivimos atrapados en la burbuja del recuerdo de históricas canciones que colapsan nuestra memoria.

 

No se resistan a aceptar la evidencia, el olvido de las experiencias musicales pretéritas nos puede hacer perder legitimidad. Amplifiquemos el homenaje, honrándole en la distancia, esa es la mejor forma de reafirmar su figura.

 

En estos tiempos donde el apogeo y el ocaso de las modas son hiperbólicos, su carrera será rotundamente perenne. Con los años, las canciones favoritas se convierten en clásicas. La curiosidad musical se sacia y las dudas se despejan al escucharlas. Si hay una cosa que debía contener una canción es un porqué. Lo sabía mejor que casi todos, y así lo hizo. Interpretaciones con enmienda artística donde las letras son escuchadas con fina querencia.

Aunque el tiempo es el gran aliado del olvido nos tranquiliza que su voz y sus canciones permanecerán. El Expreso de la Nostalgia nos abre ventanas al pasado como destellos intensos a su memoria. En el penúltimo vagón mantenemos, a buen recaudo, temas que apuntalaron los gustos musicales de varias generaciones. Nada volvía a ser lo mismo tras escuchar estas canciones. El principio fundacional de los seguidores adoctrinados es vivir toda una vida el concierto de sus artistas favoritos.

 

La movilización es de obligado cumplimiento ante los destellos de inquietud que ha provocado su desaparición mientras reivindicamos un sentido homenaje a quién ha representado parte de la quintaesencia de  nuestra banda sonora.

 

El cotidiano ‘déjà vu’ en el interior de los vagones del expreso no defrauda las expectativas. Muy al contrario crea más adeptos. Sé que en esta convulsa época de falso sentimentalismo es peligroso citar los atributos nostálgicos de ciertas canciones pero las evidencias nos absolverán. Su huella musical y sus letras permanecen intactas. Algunas canciones son antorchas que iluminan nuestro viaje.

 

No cuesta ni un minuto, ni casi ningún esfuerzo, salvo el de la simple enunciación al mencionar su título y quizás algún gasto nostálgico, reencontrarnos con otra maravillosa canción.

 

Hay canciones que se ciñen a un ilimitado metraje de sensaciones, donde prevalece el recuerdo de nuestra banda sonora particular, mientras la empatía popular de sus letras nos hace tararearlas sin descubrir el origen de la espontaneidad controlada, aunque sea por piedad…. se animan.

 

Las canciones nos son testimonios musicales estáticos y conclusos, sino ámbitos capaces de generar continuas interferencias comunicativas entre sí. Por este motivo algunas versiones nos buscan y nos llevan por donde quieren. La riqueza rítmica contrasta con el fatigado traqueteo emocional del Expreso de la Nostalgia que vuelve a circular a favor del recuerdo al volver a escuchar la peculiar Cover de In The Ghetto del Principe Gitano. ¿Quién dijo atrevimiento?. Enfrascarse en comparaciones es apostatar de los valores artísticos de nuestro ilustre artista patrio.

 

Este Expreso de la Nostalgia llega a su fin con un solo deseo, que se encuentre una vía para detener al maldito coronavirus y erradicarlo de nuestras vidas. Mientras tanto seguiremos apostando por viajar en busca de la recóndita nostalgia musical de permanente actualidad. No desvelamos ningún secreto que este recorrido tiene como destino la aspiración a extender su biografía en el andén de la memoria. Por eso el  culto a estos soberbios artistas se prolongará en el tiempo. Próxima estación, hasta siempre.

Texto: Tino Carranava  es Periodista  / @tinocarranava

Fotomontaje locomotora:  Amparo Domingo / Manuel Magán