La reciente celebración del 500 aniversario de la ciudad de La Habana es una excusa perfecta que inunda la memoria musical con una densísima carga de recuerdos. La movilización del Expreso de la Nostalgia es de obligado cumplimiento. Desde el andén, con la complicidad habitual, cargamos con un excelente equipaje de canciones para bandear un sentido homenaje a quienes representan parte de la quintaesencia de la música cubana.

Un viaje en tren es una experiencia que incluye todos los sentidos. La música tiene un efecto amnésico que resplandece durante el trayecto. La realidad oculta del sueño aflora mientras nos rodeamos de canciones que van pasando por la gramola de nuestro subconsciente. El empeño emocional de los últimos acontecimientos vividos en La Habana nos obliga a recordar a los cantantes de la Perla del Caribe. Hay leyendas que conviene desterrar de vez en cuando. El Expreso de la Nostalgia polariza los recuerdos y aúna las voluntades musicales.

Curtidos en mil viajes, vivimos este trayecto imaginado como un solitario “déjà vu” musical. De repente se agolpan en nuestra conciencia viajera recuerdos del tren Habanero. El Expreso de la Nostalgia recupera la transversalidad musical cubana. Agárrense para lo que viene. Un tren chárter con voz propia donde el supervisor no se ve obligado a establecer un “checking” artístico porque no se agota el talento. Nuestros ilustres viajeros acumulan adoradores y fans a ambos lado del pasillo.

 

Dicen que lo bueno es empezar una reflexión con una canción y es aún mejor si se conoce la letra. Con esta sucinta melodía arranca un trayecto recreado. “Mama yo quiero saber, de dónde son los cantantes”. Es el momento de inmortalizar al trío Matamoros. Este grupo, con tres voces distintas, formaba un solo don verdadero y lo revelan a su manera.

 

Miramos de reojo, sin despertar sospechas, al pasar por el vagón del Jazz Club nos encontramos con viajeros ilustres y sus trompetas: Paquito de Rivera y Arturo Sandoval.  El paso soñado por los coches, camino de la cafetería, desafía nuestra capacidad de predicción. Las pulsiones jazzísticas percibidas son abordadas con una maestría lúcida que centuplica la fuerza estremecedora del contrabajo del gran Cachao. Enmudecemos y nos decantamos por los asuntos de familia, para escuchar a los pianistas, Bebo y Chucho Valdés, padre e hijo, cincuenta años después se reencuentran. Lo que el jazz ha unido que no lo separe…

 

Amores malparados y corazones rotos, con destino hacia La Habana encuentran acomodo en el Bolero donde se recogen célebres intérpretes como las grandes Celeste Mendoza y Omara Portuondo. Casi sin tiempo, nos dejamos guiar por el oído.

 

La llegada a la estación de Cienfuegos desencadena una situación que escapa a nuestros control con la presencia del inmortal Benny Moré, el bárbaro del ritmo y su canción “Que bueno baila usted” donde demuestra ser el sonero mayor de Cuba.

 

En la búsqueda desesperada por la singularidad de estos artistas, nacidos para triunfar, el corazón vuelve a temblar. La música sana el dolor. Aturdido por el número de estrellas que viajan, el horizonte musical es remachado por una artista irrepetible como reina del Latin Soul, La Lupe:

 

Las canciones nos buscan y nos llevan por donde quieren. No es una fábula lo que está ocurriendo. El Expreso nos lleva directamente a la raíz de lo que son las emociones humanas. La riqueza rítmica del son contrasta con el fatigado traqueteo emocional del expreso. “Se mueve más que las maracas de Antonio Machín” se oye desde el fondo.

El cruce con un fatigado tren azucarero alcanza una notable sintonía al pasar por Matanzas. La expresividad de fraseo hecho de latigazos dulcemente sonoros. “Azucar.. Sabroso”…. nos hace volver la mirada. Es la Guarachera de Cuba. La vocalista de la mítica sonora Matancera. La reina de la salsa se sube en esta estación así que todo el mundo a gozar.

 

Texto: Tino Carranava  es Periodista  / @tinocarranava

Fotomontaje locomotora:  Amparo Domingo / Manuel Magán