Todo el mundo hablaba del Tren del vino de La Rioja, y de que estaba muy bien, y decidimos hacer la ruta. Teniendo en cuenta que acaba de ganar el premio internacional Best of, otorgado por Great Wines Capital, aún apetecía más subirse a él, y ya nos avisaron de que había que estar atentos a cuando salían a la venta los billetes al tren y bodega que oferta Rioja Capital dentro de su programa El Rioja y los 5 Sentidos, porque se acaban pronto. Se trata de un tren que va de Logroño a Haro, y se puede visitar una de las 12 bodegas que proponen, con cata incluida, y una red de autobuses permite que los asistentes puedan comer o conocer diferentes pueblos, además de Haro, como Gimileo, Briones, Ollauri, Rodezno, Casalarreina, Tirgo y Cuzcurrita de Río Tirón. La primera visita para este año se programó para el 16 de febrero, y por despistarme y demorarme unos días para adquirir los billetes, me quedé sin entradas a bodegas de Haro, pero la que elegimos estuvo genial, la bodega Urbina en Cuzcurrita del Río Tirón, un pueblo muy bonito con castillo incluido que no conocía.

Un día de excursión

Pero vayamos al principio, como era el primer fin de semana tras San Valentín, pensé, pues me llevo a mi chico, pasamos el día en El Tren del Vino y de bodegas, sin niños, y pasamos unas horas solos, que ya es hasta necesario. ¿Y qué pasó? Pues que nada más empezar la jornada del amore, cuando llegamos a la estación del tren de Logroño, donde empezaba nuestro viaje de san Valentín, nos encontramos a tres amigos de Arnedo, que ya habían comenzado el viaje del vino sin coger el tren! Ellos iban a lo que iban, sin perder el tiempo. Y prometo que no lo sabía. Y cierto es que nos lo pasamos genial con ellos, porque sin sopesarlo mucho, nos apuntamos a su plan de empezar el viaje del tren del vino, pues con vino. Y canjeamos sin querer queriendo al santo católico Valentín, por el dios romano Baco. Así que nos sentamos ya con ellos en el tren. Se trata de un tren de Media Distancia de Renfe, pero con pegatinas en el exterior de El Rioja y los 5 Sentidos.

Y nada más subir al vagón cual niños en su primer tren de la bruja, nos sentamos ansiosos a la espera de que el tren teatralizado comenzara, de la mano de la compañía Sapo Producciones, que nunca deja indiferente a los que tienen el gusto de verlos actuar, y producen risas, pero de las de no poder parar. Hicimos un viaje divertidísimo en el tren mientras veíamos las viñas, los meandros del Ebro desde una perspectiva que nunca antes habíamos visto y nos metimos en la historieta divertidísima de los actores. Y un amigo no dejaba de repetir que dónde estaba el vino, ¿este se pensaba que nos iban a pasar la bota, o que esto iba a ser como en las sidrerías que te levantas cuando gustas y te echas vino de la barrica? Pues sí, lo pensaba. Nos apeamos en Haro, y no, para sorpresa de nuestro amigo, ahí tampoco había gente esperándonos con la bota ni con las copas del vino. Nos cogió un autobús que nos llevó a nuestro destino, Cuzcurrita. Nuestros amigos, como habían cogido por su cuenta las entradas (esa es mi mejor baza que justifica que no sabía que venían), iban a bodegas Tarón a otro pueblo, a Tirgo. Y como les dijimos, ´por fin nos libramos de vosotros en nuestro viaje de San Valentín´, al menos durante un par de horas. Y cuál fue nuestra sorpresa que se metían en el mismo autobús, ¡y es que iban en la misma ruta! Así que compartimos media hora más de nuestra salida de novios con los colegas. Se bajaron en su bodega y nos prometieron vernos prontito entre guasa. Visitamos la bodega, hicimos una cata de 10 vinos en media hora, un poco rápida sí, pero cierto es que todo está organizado al milímetro para que los horarios cuadren. Si estuvieran aquí nuestros amigos, se hubiera n bebido hasta las escupideras.

Volvimos al bus, pasamos por las bodegas de nuestra ruta para recoger a los otros grupos, y entonces subieron nuestros amigos, que iban ya más majos que majos, cargados con una caja de 6 botellas de vino blanco semidulce con el nombre ´Besos de sirena´, y bien saben que lo compraron por el nombre, porque reconocieron que no lo habían probado en la cata. Pero el marketing es el marketing, y ese nombre engancha, y como les dijo uno en la bodega cuando compraron el vino, ´con ese nombre, aunque solo sea para abrir chirlas´, (yo no digo nada). En esta edición, como novedad el vino que compres lo puedes dejar en el autobús, y la organización te lo lleva al tren para no tener que cargarlo todo el día (ya veía yo a mi amigo con la caja por todo Haro, no le hubiera importado, solo por lo cuqui que era). Nos dijeron que en su cata habían probado cuatro vinos y nos reconocieron que sí, alguno se hubiera bebido las escupideras de nuestra cata (para qué engañarnos).

Nos fuimos a Haro y allí pronto encontramos un restaurante muy bonito y con buen menú, y claro, mientras esperábamos cayó otro vinito. Y más durante la comida. Y tras hacer una mini visita a Haro de cinco minutos (no exagero, creo que dimos la vuelta a la manzana), apartamos un poquito el Rioja, para echar un cubatita. Y claro, nuestros amigos tan lindos ellos nos recordaron entre bromas que nuestro día de San Valentín se había truncado, y por qué no decirlo, se había ´desviado´, un poquito hacia los Riojas. Pero hemos de reconocer que el día lo pasamos muy a gusto en su compañía, y ya de vuelta al barrio de la estación del tren de Haro, en el precioso barrio de las bodegas, nos subimos al tren, donde a mis amigos les esperaba su caja de vino de los besos de las sirenas, aunque lamentamos que no llevara algún vasito incluido, no por nada, sino porque no había agua y teníamos sed.

Y nos sorprendió la música en directo de tres músicos que iban de vagón en vagón, lo que me recordó al metro de Madrid (solo que estos mucho más elegantes, claro), y en el que he pasado horas y horas y pensé que allí siempre iba sola en esos trayectos diarios con desconocidos, y los viajes se me hacían eternos. Entonces observé a los pasajeros como siempre hacía en el metro, y había de todo, parejas del amor, cuadrillas de amigos jóvenes o mayores, familias con niños, y miré a mis acompañantes y pensé que en compañía siempre se está mejor, que tengo mucha suerte de tener compañero de vida y compañeros de juergas, y eso sí, que le debo a mi chico otro viaje de San Valentín, pero ya, para otro año. Así y con todo, Baco venció al santo Valentín.

Bárbara Moreno es Redactora en Noticias de La Rioja

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