No se trata de una mujer, sino de una grúa. Pegada a la ría de Bilbao, en el barrio de Olabeaga, justo enfrente de lo que será el nuevo barrio de Zorrozaurre. Ella tiene las mejores vistas del Palacio Euskalduna, el reluciente campo de San Mamés y del paseo de Abandoibarra. Para los bilbaínos tiene una historia muy especial. Es el único recuerdo vivo de lo que fue la zona. Una pujante industria, donde se construían los mejores barcos. Son las luces y sombras, tristes sombras, del astillero Euskalduna.

Carola se construyó entre 1954 y 1957 por Talleres de Erandio. Levantaba 60 toneladas de peso, se movía por raíles y era la máquina elevadora más potente de toda España. Dejó de funcionar en 1984. Quedó en desuso y la adquirió el Ayuntamiento de Bilbao, que la donó, junto con otras instalaciones a la Diputación de Bizkaia, para que formara parte del actual Museo Marítimo, ubicado junto a Carola.

Pero, ¿de dónde viene el nombre? ¿Y cuál es el motivo de su conservación?

Al parecer, el nombre se debe a una bilbaína muy guapa que levantaba pasiones entre los trabajadores de los astilleros Euskalduna. Se llamaba Carol Iglesias, una joven rubia que cruzaba todos los días en bote desde el barrio de Deusto para ir a trabajar a las dependencias de Hacienda. Y comentan que era tal el atractivo de la chica que paraba la producción del astillero cada vez que pasaba por la zona.

Su conservación está cargada de nostalgia y recuerdos. Carola ha conocido un Bilbao gris, de gran pujanza industrial y cargado de humos. Junto a ella circulaban los trenes que acercaban las mercancías para aquella industria tan pesada. Fue una época gloriosa para el sector naval de toda España.

Pero llegó la crisis, los despidos y los conflictos. Euskalduna se hundía. Los trabajadores se resistían  luchando por sus puestos de trabajo. El cierre, inevitable,  del año 1984, vino precedido de graves incidentes entre trabajadores y policías.

Carola tiene memoria. No me cabe la menor duda. Pero ahora luce radiante en un Bilbao donde los turistas pasean por donde no hace muchos años, se construían barcos de grandes dimensiones. Un Bilbao que ya no es gris, ahora luce y brilla.

Carola ya no levanta pesos, ahora son pasiones, como aquella joven rubia que iba a trabajar cada mañana. Desde su atalaya observa orgullosa, sin olvidar los cambios que ha experimentado una ciudad que ha sabido reinventarse.

Juan Carlos Otaola es Periodista de Radio Bilbao SER

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