La población de Sigüenza, al norte de Guadalajara, es uno de esos tesoros históricos, bien por su patrimonio o por su cultura o tradiciones, que guarda Castilla-La Mancha. Estamos ante un enclave donde pasear por sus calles del casco viejo es revivir un largo momento de la historia de España. Disfrutamos sobre sus empedradas vías de una belleza singular, medieval, rematada por esa construcción que domina todo el panorama, y que roza el cielo, o que al menos así lo parece visto desde la entrada de la ciudad: el Castillo.

Castillo de Sigüenza

Ahí está la atalaya, esa fortaleza singular que es la primera visión que se tiene cuando se llega a Sigüenza. Un castillo de origen romano, destruido y reconstruido por los visigodos en el siglo V, aprovechado como defensa musulmana de la frontera de la Marca Media, y, retocado por los cristianos tras la Reconquista. Conquistado para el Reino de Castilla en el año 1124 a los almorávides, sufrió varios ataques a lo largo del siglo XIV durante la guerra entre Pedro I y Enrique de Trastámara, y con la presencia en él de una reina que nunca llegó a reinar y que forma parte de la leyenda de la población, como veremos más adelante.

Durante los siglos posteriores ha sufrido también diversos ataques debido a su situación, lo que es fácil de comprender cuando se llega ante su vista. Con especial daño fueron los avatares a los que tuvo que hacer frente durante el siglo XIX, con la invasión francesa y las guerras carlistas. Y ya en el siglo XX con la confrontación de la Guerra Civil. Pero siempre singular en su aspecto, y permanente vigilante de la población, fue incorporado a la red de Paradores de Turismo en el año 1972.

 

Sigüenza a través de sus puertas

Pero para llegar esta peculiar fortaleza, símbolo de varias culturas, hay que pasar antes por alguna de las puertas que conformaban la muralla defensiva. Cercado que servía de baluarte de la soriana Medinaceli, donde comenzaba la frontera más importante árabe en la Península, la Marca Media.

Puertas, cada una con su historia, la del Toril situada junto a los soportales de la Plaza Mayor; la Puerta del Sol, por donde se accede al camino empedrado que bordea la ciudad; la del Hierro, ahí es donde se cobraba el impuesto de mercancías (tiene una hornacina donde reposa una imagen de la Inmaculada Concepción); o el Portal Mayor, resultado de una ampliación de la muralla del siglo XIV, con arco de medio punto, y una imagen de la Virgen de la Victoria sobre ella.

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Calles de Sigüenza | Foto: manelzaera en VisualHunt.com

 

Historias que cobran vida

Pero esta vez la historia no es de murallas, casas blasonadas o calles empedradas por las que subir al castillo. Tampoco de edificios sacros, entre ellos la catedral, que comenzó a levantarse en el siglo XII como fortaleza defensiva de estilo románico y que a lo largo de sus obras ha recibido el impacto y el recuerdo de varios estilos arquitectónicos.

Esta vez vamos a ir directamente a conocer dos historias, quizás leyendas, quizás realidades, que se encuentran unidas a Sigüenza y que por tan sólo ellas ya merecen esta población recibir una visita. Y para ello el ferrocarril es una opción ideal, sobre todo si uno viaja en el Tren Medieval de Renfe que une Madrid y esta villa.

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El mausoleo del Doncel

La primera historia tiene que ver con una parada fundamental en nuestra visita: la Catedral. Tras admirar la belleza del altar mayor, del coro o de la sacristía, nos detenemos ante la Capilla de Santa Catalina. Allí descansan los restos de Martín Vázquez de Arce, el Doncel, bajo una estatua de alabastro del personaje leyendo un libro.

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Catedral de Sigüenza | Foto: jamebla en Visualhunt.com

Cuenta la tradición que, abandonando los estudios de Salamanca por un amor no correspondido, Martín Vázquez acudió con su padre al campo de la reina Isabel la Católica, y se comprometió con ella en combatir a los musulmanes por la conquista de Granada. Falleciendo en el combate, instantes antes de morir, fue recogido herido de gravedad por su padre, a quien pudo dictar sus últimas voluntades. Allí, en el mismo campo de lucha, le dijo que llevase a su hermano por el camino de los libros y no por el militar. Además, le pidió que le levantasen un mausoleo en la catedral de Sigüenza, su ciudad natal, y que sobre él pusieran su efigie con un libro en las manos.

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Mauseoleo del Doncel | Foto: santiagolopezpastor en Visualhunt.com

Fantasmas en el Parador de Sigüenza      

La otra historia que quiero contar es la que tiene como protagonista a esa impresionante fortaleza que se divisa coronando la población y que la ha defendido desde tiempos inmemoriales. Actualmente, en el interior del Castillo se sitúa un Parador de Turismo, y por sus pasillos recorre, lo crean o no,  el espíritu de una reina de Castilla y León que nunca pudo reinar.

Parador de Sigüenza. Alvia a Guadalajara.

Arco en el Parador de Sigüenza | Foto: desdemiazotea.com en Visualhunt

Blanca, hija de Pedro I, duque de Borbón y sobrina del rey de Francia, Carlos IV el Hermoso, fue elegida para casarse con Pedro I el Cruel, rey de Castilla y León. Culminaría así la alianza entre ambos reinos, sobre todo en un momento en que el hermanastro del rey castellano, Enrique de Trastámara, se preparaba para disputarle el reino.

Corría el año 1353 y una joven de apenas 15 años se presentó en Castilla. La boda se celebró, pero nunca se consumó, dado que Pedro I el Cruel la repudió inmediatamente después de la ceremonia marchándose con su amante María de Padilla, no sin antes ordenar que la reina fuese encerrada en el Castillo del Obispo de Sigüenza. Allí permaneció más de cuatro años, hasta que la situación de guerra con Enrique fue cada vez más violenta.

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Patio del Parador de Sigüenza | Foto: Manuel Delgado Tenorio en Visualhunt.com

Temiendo que los nobles partidarios de su hermanastro fuesen a buscar a Blanca para ponerla en su contra, ordenó que la asesinaran en el año 1361.

Aunque la muerte de la joven no acaeció en Sigüenza, se dice que su espíritu regresó a aquel primer lugar donde estuvo prisionera. Cuentan también que, durante la noche (sobre todo aquellas que tienen que ver con los días de su llegada al castillo), recorre los pasillos del castillo. No se la oye, no hay quejidos, pero se deja ver con semblante lastimero.

Seguro que muchos de ustedes pensarán que es un sueño, una superstición. Pero hay personas que aseguran haberla visto, algunas las conozco y no dudo de su sensatez, ni de que sea un invento con el que seguir alimentando la leyenda del lugar.

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Plaza Mayor de Sigüenza | Foto: Jose Javier Martin Espartosa en VisualHunt.com

Sigüenza es romana, es visigoda, es árabe, es medieval… Es un lugar donde hay un Doncel leyendo un libro y una Reina sin reino que observa desde su atalaya.

Texto: J. Felipe Alonso es Periodista y Escritor, estudioso de leyendas y costumbres.

Fotos: VisualHunt

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