Cuando el ferrocarril se mete en las venas, no hay quien sea capaz de sacárselo de las entrañas. Es más, bombea el corazón y se expande sin posibilidad de darle freno. ¿Y sabe qué es lo más curioso? Que quien queda atrapado en su red lo sabe y no busca remedio, sino que alardea. Ejemplos los hay a cientos y trataremos de mostrarle que estamos en lo cierto en la sección del blog de Renfe, Tren en las venas.  Por ello, daremos voz a personas con vínculos ferroviarios que han lucido los colores del uniforme con orgullo, y quién mejor para dar por oficialmente inaugurada la sección que Vicente del Bosque, con tanta sangre ferroviaria corriendo por sus venas como para parar un tren de experiencias.

El primer protagonista de Tren en las venas es Vicente del Bosque, nieto, sobrino y yerno de ferroviarios. El motivo de la entrevista tendrá tren de fondo desde la cabecera de la máquina hasta el furgón de cola y, para ello, recorreremos infancia, juventud y vida adulta a bordo del ferrocarril con vistas frontales al recuerdo. El Seleccionador Nacional Campeón del Mundo con España, llega minutos antes, y cuenta al presentarnos, que es una costumbre que arrastra desde siempre; anticiparse para así poder observar el espacio, tomar posiciones y sentirse cómodo en el terreno que pisa. Tiene mucho que ver con su carácter prudente y de emociones contenidas. Tímido en apariencia, cercano en el trato, humilde y estimado por aquellos que le conocen y admirado por quienes le reconocen a paso de hombre. Nos servimos del silbato para pitar la salida y arrancamos con usted a bordo si desea acompañarnos:

Proviene usted de una familia con estirpe ferroviaria. Cuéntenos quiénes desarrollaron su profesión vinculada al tren.

Mi abuelo, Manuel del Bosque, dedicó su vida al ferrocarril y mi tío Victorino ejerció como revisor durante varias décadas. Buena persona y profesional de pies a cabeza, era popular por su rectitud y aplicación del reglamento si algún pasajero viajaba sin billete. Fue reconocido con la medalla al Mérito del Trabajo por su trayectoria laboral, emblema que lucía con orgullo tras toda una vida dedicada al ferrocarril. También mi padre quiso continuar la saga familiar, e ingresó para ello en el Servicio Militar de Ferrocarriles con 18 años. Pero el estallido de la Guerra Civil truncó su sueño y acabó preso junto a una treintena de compañeros que hacían la mili. Era un chaval que al terminar la guerra y quedar libre, tres años después, salía con una mano delante y la otra detrás, sin nada a lo que aferrarse más que su necesidad de trabajar y salir adelante. Finalmente, ingresó en una fábrica dedicada a la construcción y tuvo que conformarse con ver los trenes pasar.

Pero el ferrocarril se volvió a cruzar por su camino algunos años después…

Así es. En el vecindario de mi domicilio en Madrid, había una empresa de productos químicos donde trabajaba quien hoy es mi mujer. Entre saludos y sonrisas cotidianas surgió el amor, y poco después, el matrimonio. Ella es hija de maquinista de Renfe y lleva el tren en las venas desde que nació. Entre sus memorias más preciadas están las horas tempranas a las que su padre iniciaba la jornada y ella le ayudaba a dar el último toque al uniforme mientras le saludaba al partir. También los traslados de residencia con la familia al completo rumbo a destinos donde les llevaban el cambio de rutas y responsabilidades del progenitor. Recuerdo el sentimiento de pertenencia a la familia ferroviaria de mi suegro y cómo se enorgullecía de haber formado parte del anuncio de Renfe fechado en 1982 que publicitaba los días azules, es decir, los días valle, con descuento. En él aparecía conduciendo la máquina bajo la pegadiza canción que se hizo tan popular “Chucuchú”.

¿Y cuál es su sentimiento hacia el tren?

Forma parte de mi vida desde que tengo memoria. En mi Salamanca natal, recuerdo pasar de niño muchas horas jugando al fútbol con amigos que vivían en el barrio de casas de la Renfe. Y en la adolescencia, cuando debuté en el fútbol nacional en las filas del Club Deportivo Salmantino (filial de la Unión Deportiva Salamanca), con el ferrocarril siempre presente. Entonces y durante muchos años, la mayor parte de los desplazamientos para jugar los encuentros en otras localidades los hacíamos en tren. Ocupábamos un coche completo porque, entre jugadores y demás miembros del equipo, viajábamos varias decenas. Eran trayectos que se prolongaban horas, bien de noche en coches cama o durante casi la totalidad del día. Recuerdo el consejo de mi padre cuando me despedía: “Hijo, no te metas en política, pórtate bien y nunca te bajes al andén hasta que pare completamente el tren”.

Entonces los trayectos duraban horas y daban mucho de sí…

Desde luego que los viajes en tren daban para mucho. Si el encuentro tenía lugar el domingo, partíamos el viernes para viajar de noche y era tiempo por delante que también favorecía la cohesión del equipo. Los trenes viajaban a otras velocidades y recuerdo en el trayecto de vuelta, bajar en estaciones intermedias para conseguir el periódico que se apilaba en los locales de venta ubicados en las estaciones. Entonces, aguardábamos con ansia las noticias deportivas que se publicaban en las denominadas Hojas del Lunes, los únicos periódicos que salían a la venta el primer día de la semana por aquella época, y que celosamente guardaban los vendedores de prensa durante la madrugada y hasta la hora de apertura y venta al público.

¿Cuál era de entre todos los trayectos en tren, su favorito?

Sin duda, el que me llevaba de vuelta a Salamanca, donde vivían mis padres y se encontraba mi hogar. El trayecto se prolongaba más de cinco horas desde Madrid porque paraba en todas y cada una de las estaciones y apeaderos del itinerario. Desde luego, eran otros tiempos, pero los recuerdo como entrañables.

A fecha de hoy, ¿sigue viajando en tren?

Sigo haciéndolo, claro que sí. Si me desplazo a Barcelona, suelo tomar el Ave porque me resulta el medio de transporte más rápido y cómodo para llegar y volver a Madrid. A veces viajo a Málaga con la familia, y también lo prefiero si voy a Valencia y quiero disfrutar de una excelente paella.

Los vínculos del ferrocarril y el fútbol tienen largo recorrido y vienen de lejos…

Los equipos que tuvieron un origen ferroviario por el trabajo que ejercían sus fundadores han sido numerosos en el mundo del fútbol, desde el Manchester United al Peñarol de Montevideo, pasando por los más obvios Lokomotiv de Moscú y Ferro Carril Oeste de Argentina. El nivel de lucimiento que por sus hazañas deportivas consiguieron estos clubs no lo alcanzó el equipo español más representativo en este terreno: la entidad madrileña Agrupación Deportiva Ferroviaria, pero los primeros partidos oficiales de «la Ferro», como pronto se conoció al equipo, los disputó en la temporada 1919-20. En esos momentos necesitó ayuda económica de las principales Compañías ferroviarias de la época, como MZA, Norte y MCP, aportando cada una de ellas pequeñas subvenciones. Las secciones en las que mejores resultados cosechó la Ferro fueron el boxeo y el futbol, sobre todo este último deporte, cuando su equipo ya jugaba desde el año 1921 en el campo de Las Delicias, junto a la estación, y formaba parte de la segunda división.

Usted es padrino y socio de honor de la AD Ferroviaria.

Es un orgullo para mí, como descendiente de ferroviarios, apoyar al fútbol modesto y ayudar en lo que está en mi mano para no dejar desaparecer al cuarto club más antiguo de Madrid, fundado en 1918. Desde entonces y hasta ahora, la Ferro es un símbolo del deporte amateur representando valores como la amistad, la entrega y el compañerismo.

En territorio personal

De origen humilde, los vapores de la popularidad nunca han nublado la vista de Vicente del Bosque, hombre comprometido donde los haya con causas en las que cree que su presencia es necesaria para dirigir el foco y aportar visibilidad. Por ello, aunque se haya retirado de la primera línea de juego, además de en actividades organizadas por La Ferro, le verá bien posicionado y con claridad, allá donde sus prioridades vitales le conducen y marcan el paso. Así, en la conversación surge de manera natural cómo ha marcado su vida para bien su hijo Álvaro, a quien venera desde que nació con síndrome de Down. Involucrado en acciones que favorecen la integración del colectivo en el ámbito escolar, laboral y social, cuenta que priorizar el bienestar de su hijo mediano, ha beneficiado a la familia en su conjunto, aportándoles una estabilidad física y emocional en el entorno vecinal y modo de vida similar desde que tienen memoria.

Recuerda con afecto los años adolescentes, cuando eran como una familia en la que se cuidaban los unos a los otros. También de cuánto le sirvió aquella experiencia primera para después invertir los papeles y responsabilizarse de la cantera del Real Madrid; actuar como la figura paterna que algunos necesitaban por encontrarse a kilómetros de casa y darles cariño, establecer horarios de estudio y normas de conducta.

Admira la figura de Santiago Bernabéu, a quien recuerda por su integridad, liderazgo y autoridad moral como un referente adelantado a su época. Se considera moderado y, como ejemplo, describe un momento histórico que retenemos en la memoria colectiva; cuando en el minuto 116 del encuentro que dio la victoria a España en el campeonato del mundo, se le ve con los puños apretados y considera para sí un gesto excesivo.  Confiesa que siente vergüenza ajena cuando otros saltan, gritan, vienen y van desde el banquillo, porque piensa que se tiene por anticipado mucho terreno de juego ganado a la vida cuando se desarrolla y fortalece el equilibrio emocional.

Se le ilumina el rostro al escuchar el nombre de su tierra, Salamanca. Abuelo de dos nietos a los que adora y recoge del colegio cuando su hijo mayor le solicita ayuda, menciona también a su hija menor, profesora en un centro escolar y, por supuesto, en todo momento tiene en mente a Trinidad, su mujer y compañera de viaje en el itinerario de la vida gracias a un tren que no dejaron pasar.

Texto: Verónica Portell es periodista

Fotografías: Miguel Ángel Patier