A finales del XVIII el escritor norteamericano Washington Irving quedó cautivado por el exotismo de Granada, a la que dedicó, entre varias obras, la fantástica Cuentos de la Alhambra. Desde entonces, la metrópoli a la que hace un par de años se le otorgó el título de la Mejor Ciudad del Mundo para Visitar, ha encandilado a políticos, reyes, escritores y famosos deportistas.

Charles de Gaulle, Mijaíl Gorbachov, Helmut Kohl, el Dalai Lama, Jacques Chirac, Sadam Hussein, Kofi Annan, Dilma Rousseff, y David Cameron, se olvidaron de sus agendas para caer rendidos ante la magia granadina. Michelle Obama, cuando era primera dama de los Estados Unidos, quedó fascinada ante el artesonado de los palacios de la Alhambra, que calificó como maravilloso. Hasta el presidente Clinton sintió la esencia de la ciudad, cuando desde el Mirador de San Cristóbal dijo que se veía el más bello atardecer del mundo. Desde Vargas Llosa y Jorge Luis Borges, hasta Brad Pitt y pasando por toda la realeza mundial; Granada, su Alhambra y Generalife, así como el Albaicín, quedan impregnados en el alma.

Y hasta la UNESCO no se ha resistido a esta magia y hace 36 años que declaró la Alhambra y El Generalife Patrimonio de la Humanidad. No conforme con ello, volvió a rendir culto a los tesoros granadinos. Así que hace 25 años, le otorgó el mismo título al Albaicín.

Ave a Granada

Doce siglos de historia

Pero muchos siglos antes, en el IX, los árabes aprovecharon las ciudades y vías romanas, las ampliaron y las añadieron nuevas funciones. En el XIII, Al-Ahmar el fundador de la Dinastía Nazarí, se instaló en la Antigua Alcazaba del Albaicín, desde donde le llamaba la atención las ruinas de la colina de la Alhambra. Entonces decidió reconstruirlas para instalar la sede de la corte. Fue así como se comenzó la edificación de la Alhambra que hoy conocemos.

La Alhambra fue palacio, ciudadela y fortaleza, residencia de sultanes nazaríes, de los altos funcionarios, de los servidores de la corte, y de los soldados de élite. Alcanzó su mayor esplendor en el siglo XIV con los sultanados de Yusuf I, y el segundo reinado de Muhammad V.

Ave a Granada

Y Granada, la capital del reino nazarí, fue creciendo con la llegada de poblaciones musulmanas a causa del avance de la conquista cristiana. En el XV la Alhambra quedó establecida como Casa Real, y dos siglos después, el Emperador Carlos V construye junto a ella el magnífico palacio que lleva su nombre. Y es que La Alhambra posee una historia tan apasionante como extraordinaria. Andar entre las murallas y torres bermejas de los palacios nazarís es hacerlo por la perfección y la belleza en estado puro.

Los sentidos en la piel

La Alhambra es esplendor, una experiencia sensorial que inspira, y casi abruma. Aquí se escucha los cánticos del agua, se acarician las columnas y murallas, y el jazmín embriaga los sentidos. Aquí se siente la presencia de Boabdil que salió doliente por perder lo eterno de la Alhambra.

Trenes Granada

Entre laberintos de filigranas, fuentes, mármoles, patios, los sentidos y la emoción vagan descontrolados. La Alhambra fue ciudad palatina, Casa Real cristiana, Capitanía General del reino de Granada, fortaleza militar hasta llegar a su declaración como monumento nacional en 1870.

Tres subidas hacia el reino de los cielos

Se puede llegar a la Alhambra por cualquiera de sus tres caminos históricos. La cuesta de Gomérez, la cuesta del Realejo, y la cuesta del Rey Chico, accesos peatonales entre frondosa vegetación y edificios históricos, pilares, y fuentes.

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La cuesta de Gomérez conecta plaza Nueva, el centro neurálgico de Granada, hasta la puerta de las Granadas. La cuesta del Realejo sube desde el antiguo barrio judío, y atraviesa estrechas calles adoquinadas, numerosos Cármenes, y centros de encuentros culturales, como el Carmen de los Mártires, o la Fundación Manuel de Falla, donde, además, se disfruta de maravillosas vistas de la ciudad de Granada. Y la cuesta del Rey Chico, es un camino que une el Albaicín y el Sacromonte con la Alhambra.

La Alhambra, un tesoro del mundo

En su Alcazaba, los Palacios Nazaríes, el Palacio Carlos V, y el Convento San Francisco, el agua, de gran valor simbólico en la arquitectura nazarí, refleja los colores, y proporciona tranquilidad y frescura. En la Alhambra el agua en un elemento presente, que fluye través de las fuentes de todas las edificaciones palaciegas. Aunque la más famosa es el patio de los Leones, y el lago del patio de los Arrayanes, existen varias de diferentes tamaños y formas.

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A los palacios nazaríes, un grupo de pequeños palacetes, se les ha llamado para distinguirlos de los edificios cristianos, Casa Real Vieja. Aquí se esconde el Palacio de los Leones con la Sala de los Mocárabes, la de los Abencerrajes, la de los Reyes, la de Dos Hermanas, y el Mirador de Lindaraja, un pequeño cuarto que era el lugar de esparcimiento de la favorita del sultán. Su exquisita decoración la hace uno de los rincones más bellos de la Alhambra. Y como no, el increíble Patio de Los Leones, con su impresionante fuente de doce fieras de mármol, y sus 124 columnas.

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En el pequeño Palacio de Comares está el famoso Patio de los Arrayanes, la Sala de la Barca en cuyos extremos estaban las alcobas del sultán, y el Salón de Embajadores, donde el rey acompañado por sus visires daba audiencia oficial. La sala tiene forma cúbica y en sus paredes no queda ni un resquicio sin decorar con motivos caligráficos, vegetales y formas geométricas. Su soberbia cúpula estrellada, representa el cielo. Únicos en el planeta, son el Cuarto Dorado, y el Patio de la Reja.

El Palacio de Carlos V, el epicentro del Imperio

El emperador Carlos V mandó construir este palacio en uno de los lugares que Isabel la Católica, su abuela, adoraba. Quiso mayores comodidades y más espacio, así que construyó el primer gran edificio real de los monarcas españoles y una de las mejores obras renacentistas del mundo. Es un sensacional edificio cuadrado de cantería unido al Alcázar árabe, por lo que sólo tiene dos fachadas. En su interior se despliega un enorme patio circular sin precedentes en la construcción, con 32 enormes columnas de piedra. Y en sus fachadas impresionan las magníficas portadas de mármol de Sierra Elvira, las más bellas del Renacimiento.

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Frente al Palacio de Carlos V se alza la alcazaba, el recinto militar fortificado, cuyas primeras construcciones, probablemente sobre restos de una fortificación romana, son de la época califal. En esta zona está la famosa Torre de la Vela atalaya vigía desde donde se contempla una vista excepcional de la ciudad, la Vega y Sierra Nevada.

El Albaicín, otra joya del mundo

Se acaba de celebrar el 25 cumpleaños del Albaicín como Patrimonio de la Humanidad. Y es que la singularidad de este popular barrio de moriscos y cristianos, hizo que el Comité de la UNESCO también lo incluyera, es su selecto catálogo de Patrimonio de la Humanidad.

Este barrio que a simple vista tiene una apariencia modesta, custodia toda la historia de la ciudad de Granada. Y es que en la colina del Albaicín está el origen de lo que llegaría a convertirse en la mítica capital del imperio nazarí. Es un barrio con solera donde los haya. Su inicio se remonta al siglo VII antes de Cristo, cuando llegaron los iberos, y dos después comenzó la romanización. Desde entonces ha llovido mucho, han salido muchas lunas mágicas, y se ha convertido en uno de los barrios con más raigambre, duende y tronío del país.

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Hay que contemplar el Albaicín desde los miradores de la Alhambra. Es un barrio de fachadas blancas, tejados rojos, y calles desordenadas y estrechas. Pero la gran experiencia es adentrarse en sus callejuelas empedradas y casi desbaratadas que suben por una ladera entre muros herméticos que guardan los secretos de los cármenes. Imposible saber que visión es más bella, si la de la Alhambra vista desde el Albaicín, o la del Albaicín visto desde la Alhambra, porque ambas se complementan. Es puro duende con un infinito legado arquitectónico árabe que se fusiona con la arquitectura andaluza.

Los atardeceres más bellos del mundo

Sin duda los miradores que salpican el Albaicín, como el de San Nicolás, que, tras una plaza despejada, de pronto, muestra la Alhambra y los jardines del Generalife, con Sierra Nevada como telón de fondo. Pero además de un balcón, San Nicolás es punto de encuentro de artistas. Aquí está la Iglesia de San Nicolás, y cerca la Mezquita Nueva, el único lugar de culto musulmán de este barrio. También hay que acercarse al Mirador de San Cristóbal, con la puesta de sol más hermosa del mundo, que por cierto es la que enamoró a Clinton. Imprescindibles los miradores de la ermita de San Miguel Alto, el de Santa Isabel la Real, el del Ojo de Granada, el de la Cruz de Rauda, y el de los Carvajales, porque todos te dejan sin aliento.

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Texto y Fotografías: Irene González es Periodista y amante de la fotografía @gys_com GsComunicacion

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