París, la apodada ciudad del amor y, en ocasiones, ciudad de la luz es, para mí, la ciudad que me hace sonreír. Con cientos de monumentos y museos, con miles de calles desconocidas que desprenden un innegable perfume de aire romántico, París inspira, tal como lo hizo con un buen puñado de genios del siglo pasado que buscaban la perfección en forma de arte. Quien diga que París es una ciudad más, se declara en guerra conmigo y, para que te vengas a mi bando -los amantes de París- te voy a contar los motivos por los que la capital francesa me hace sonreír.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de viajar de nuevo a París, lo hice en tren desde Barcelona. Sorprendentemente, el trayecto se me hizo realmente corto, hablamos de más de mil kilómetros conectados en apenas 6 horas. Además, el paisaje que te acompaña, y las miles de cosas que puedes hacer en el tren -sirva de ejemplo actualizar tus redes sociales y cantar a todos los vientos que estás de camino a una de las ciudades más impresionantes de Europa-, ya merece la pena.
El faro de París: Tu guía en la ciudad
No te lo voy a negar, el faro de París es la Torre Eiffel. Seguro que te has fijado en que, vayas donde vayas, sólo tienes que girar 360 grados sobre ti para orientarte. La dama de hierro, tal y como la apodaron los parisinos, es tu guía y mires donde mires, ella vigila tus pasos. Sí, quizás esté exagerando porque París es realmente grande y su torre insignia no se ve desde todos los rincones, pero la hipérbole me puede cuando hablamos de París, ya sabes que esta ciudad inspira. Sin duda, alzar la vista y reconocer esa silueta o girar una esquina y toparme con la esbelta figura, es algo que siempre esboza una sonrisa en mi rostro.
Los puentes de París, el Sena y la felicidad
Cuando un río atraviesa una ciudad, algo sucede que la posiciona directamente en los primeros puestos de mi particular ranking de ciudades favoritas. París y su Sena no son una excepción, son más bien la definición de la felicidad al admirar el paisaje que crea. Cuando estés en París, hazme un favor, sube a un Bateau Mouche y déjate mecer por las aguas dulces que te acunarán por los rincones más emblemáticos de la ciudad. Cuando termines, sabrás que hay una pequeña isla en París, en el centro de París, que además posee uno de los edificios más importantes, la Catedral de Notre Dame. No te voy a preguntar cuántos puentes hay en París, te lo diré yo, 37, pero sí te voy a pedir que los adores, y créeme que no te va a costar cumplir esta promesa. En especial el Puente de Bir-Hakeim.
El arte de París, hogar de la inspiración
Es por todos sabido que en París residen algunos de los mejores museos. Nuestros favoritos no sorprenden, el Museo de Orsay y el Louvre, llamadnos previsibles. Si gustan tanto es porque motivos no les faltan. El primero fue una estación de tren hasta principios del siglo XX, y hoy se ha reconvertido en uno de los museos más interesantes y el mejor en pintura impresionista, sin duda.
Por otro lado, sumergirse en el Louvre es obligatorio para todos los que alguna vez nos hemos emocionado con el arte. No te olvides de saludar a “La libertad guiando al pueblo”, en la misma sala que la aclamada “Gioconda”, y no tan demandada, pero igual de inspiradora, o más.
Gourmet por un día
La gastronomía francesa es mundialmente conocida como una de las mejores. En París vas a tener muchas oportunidades de disfrutar de las delicias que esta cocina te ofrece, así como de convertirte en gourmet por un día. Los bistros abundan en la ciudad del amor, una cena romántica a la luz de las velas, un leve murmullo a violín tocando en otras mesas si puede ser, y nombres de platos inconfundiblemente seductores, aunque no tengas ni idea de lo que estás pidiendo. Sea como fuere, acertarás porque el entorno, las vistas, el acento de tu camarero… Todo acompaña a crear un ambiente mágico y único en París.
Cuando viajes a París, no te olvides de visitarla también de noche, los monumentos iluminados crean magia y hacen que la noche en una de las ciudades más románticas del mundo, parezca eterna.
Texto y Fotografías: Virginia Capellà y Fran Márquez, autores del blog de viajes 365 Sábados Viajando
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