En un momento en el que el ferrocarril ha perdido una gran parte de su romanticismo viajero, y tan sólo se busca alcanzar más y más velocidad -superar los 350 kilómetros por hora-, Renfe ha vuelto a poner sobre los raíles a unos convoyes formados por trenes de otra época, de los años 20, equipados con todo tipo de detalles de lujo, que hacen recordar a la oferta que anuncian las navieras de cruceros de lujo que recorren mares y océanos del mundo.

Son tres tipos de trenes los que se consideran dentro de este concepto de trenes turísticos de lujo por parte de Renfe: el Al Andalus, que se ubica en el sur del país y que se desplaza por la vía convencional; y los que utilizan la vía métrica o vía estrecha, como son el Transcantábrico Gran Lujo, y el Transcantábrico de consideración Clásica. A ellos se une el Expreso de la Robla, que recorre aquellos lugares del norte de España que años atrás vieron pasar a los trenes que transportaban carbón en sus entrañas.

El romanticismo regresa cada año con Renfe de la mano, y nos hace recordar que en todo tiempo ha habido un tipo de trenes especiales, y que aunque hayan sido considerados de otra época, quizás de la etapa de la “belle epoque”, ahora también se pueden disfrutar con el lujo tradicional al que se añaden todos los servicios propios del siglo XXI.

Trenes míticos

En todas las épocas, ha habido trenes míticos que han protagonizado viajes en los que se mezclaban a partes iguales el lujo singular de su interior con unos recorridos también muy especiales. Por ejemplo, se encuentra el Orient Express, considerado históricamente el tren más lujoso del mundo, que iniciaba su recorrido en París para finalizar en la antigua Constantinopla (Estambul), y que desde su inicio ha servido de punto de reunión de miembros de la nobleza europea y de las clases altas mundiales. Es el tren que ha servido de marco para un buen número de relatos de importantes novelistas, sobre todo de misterio. Aún hay en Estambul una placa, en la estación donde terminaba su recorrido, recordando a Agatha Christie.

También se puede hablar del Transiberiano, que inició su andadura en 1904 y que continúa siendo una vía de comunicación de gran importancia en Rusia ya que, atravesando la estepa siberiana, muere en las orillas del Pacífico. Pero se trata de un tren de uso mucho más doméstico y de un corte modesto.

Todo comenzó para Renfe en el año 1983, cuando el operador ferroviario se dio cuenta de que tenía varias joyas en su patrimonio histórico, coches de los años 20 y 30 del siglo XX, y que con una oportuna rehabilitación se podía ofrecer un producto de lujo para aquellas personas que quisieran disfrutar de una forma diferente de hacer turismo, y de moverse en tren por la geografía española, no con el uso propio de medio de transporte, sino como forma de disfrutar de un viaje diferente.

¿Cómo son estos trenes de lujo españoles? ¿Qué historia tienen?

El Al Andalus, denominado así porque nació para moverse por tierras de Andalucía, comenzó a circular en 1985, y funcionó hasta 2005, año en el que canceló sus viajes, esperando siete años para ser restaurado y puesto de nuevo en servicio. Este año va a llevar a cabo doce salidas, once de ellas en las tierras para las que nació; Andalucía, y una más que va a permitir recorrer a sus viajeros tierras extremeñas. Tiene capacidad para 60 pasajeros y su composición es de cuatro coches salón, dos coches restaurante y siete unidades que albergan las 30 suites donde se alojan los viajeros.

Por su parte, el Transcantábrico cuenta con dos tipos semejantes y a la vez diferentes de tren, uno más lujoso que otro dado que lleva “súper suites”, aunque su decoración general es similar, mientras que el otro mantiene las cabinas menos lujosas. Ambas unidades cuentan con coches de los años 20 que son los que se utilizaban por parte de los ferrocarriles vascos en el trayecto entre Bilbao y San Sebastián en aquellos años y que, a imitación de otros convoyes europeos, daban servicio de restauración a bordo .

El tren Transcantábrico Gran Lujo va a llevar a cabo 25 salidas regulares durante el año, moviéndose por la Cornisa Cantábrica en recorridos de ocho días. Puede llevar a 28 viajeros en 14 suites de gran tamaño, y esa es una de las características que le diferencia del Clásico, que cuenta con capacidad para 46 plazas y sus 23 camarotes son de menor tamaño, ofreciéndose además en este segundo caso, la posibilidad de hacer itinerarios más cortos.

Por último, otro de los trenes turísticos, de menor glamour pero no por ello menos interesante, es el Expreso de la Robla, que, con un recorrido similar al que realizaban años atrás los trenes en las comarcas hulleras y otro denominado Paraíso Verde, se ha ido consolidando como una nueva experiencia, también gracias a que cuenta con itinerarios de menos días (cuatro).  Las cabinas que se ofrecen son más funcionales, pero el servicio a bordo poco tiene que envidiar a los otros tres trenes mencionados.

A estos ferrocarriles se suman los turísticos, que ya no son de lujo, pero que cubren también su parcela de ocio, como son el Tren del Peregrino; el Medieval  de Sigüenza, y las rutas temáticas por Galicia, itinerarios estos últimos que se cubren durante un día por trenes que circulan durante el verano.

J.Felipe Alonso es  Periodista y Escritor, estudioso de leyendas y costumbres.

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