Cuenca está rodeada de una masa arbórea tan colosal, que hasta que no se llega a la ciudad, resulta difícil vislumbrar la urbe, perfectamente mimetizada con su generosa naturaleza, que la envuelve en un gran abrazo. Y es que Cuenca, que es Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, también debería ser designada, algo así como, Ciudad Reserva de la Naturaleza, porque posee un ecosistema tan fabuloso, como desconocido. Pero también debería ser capital mundial del Arte de Vanguardia.
Cuenta la historia que la antigua Kunka, nació en tiempos de los árabes. Pero la realidad es que Cuenca empezó a germinar millones de años antes, cuando el mar la cubría, y las conchas de moluscos se compactaron en su fondo. Siglos después las aguas desaparecieron, y sobre aquella masa de roca, la fuerza del Júcar y su afluente el Huécar, labraron las hoces que rodean la alta colina donde se alza Cuenca. Y de aquellos tiempos, en los que el mar se retiró y aparecieron los primeros dinosaurios de la tierra, en Cuenca saben mucho.
La panorámica desde sus cañones, ofrece rascacielos medievales, arboledas doradas, miradores que exponen todo el esplendor de una metrópoli sumergida en las profundidades, cuyos ríos hechizan. Tal y como dibujó Zóbel en su magnífico libro, Cuenca. Sketchbook of a Spanish Hill Town, la ciudad se alza en una elevación rodeada de tanta naturaleza que, al observarla desde arriba, impacta por su fuerza visual. Y sin duda, también debería ser capital mundial del Arte, como hace mucho tiempo, presagió el libro de Zóbel, que apareció en una añeja librería conquense. Esta obra de dibujos, cuyo hilo conductor es la bella urbe sobre la colina, la editó la Harvard College Library en 1970, y se publicó en Nueva York.
En esta mágica ciudad se eleva el Museo de Paleontología, un centro innovador y referente a nivel mundial en investigación del cretácico. Coronando el cerro Molina, el Museo Paleontológico, llamado Tierra de Dinosaurios, ofrece una panorámica de 360 grados de ciudad. El edificio que alberga el museo, de cristal y hormigón sobre seis hectáreas, es una joya arquitectónica desconocida, y uno de los más bellos miradores de la ciudad, un gran referente a nivel mundial. Cuenca es por derecho tierra de dinosaurios, ya que a menos de 20 kilómetros de la ciudad, están Las Hoyas y Lo Hueco, dos de los yacimientos más importantes de Europa, que desvelan los últimos 500 millones de años de la historia del planeta.
En la pequeña ciudad en la colina todo es arte. Uno de los iconos de Cuenca es el Museo de Arte Abstracto, suspendido en el aire dentro de las legendarias Casas Colgadas. Alfred Barr, fundador del MOMA de Nueva York, dijo que esta galería es el museo pequeño más bello del mundo. Este museo es referencia, objeto de estudio y culto. Su concepto sigue asombrando tal y como lo hizo en la época en la que la vanguardia era subversiva.
En la del Rey, la más famosa de las Casas Colgadas, está la sede del icónico Museo de Arte Abstracto, creado en 1966 y gestionado, desde 1980, por la prestigiosa Fundación March. Todo un choque entre lo rural de su diseño, y las obras que pueblan sus paredes. Un laberinto de escaleras, saloncitos, y pasillos donde gozar de su colección. Hasta que en 1985 se inaugurase el museo Reina Sofía, era el único lugar en España en el que se podía ver arte contemporáneo. Y es que, las Casas Colgadas conforman una edificación singular que pende sobre la sima gracias a un arcaico andamiaje de vigas. Ya estaban habitadas en el XV, y hasta mediados del XVIII alojaron la Casa Consistorial. Ofrecen una arquitectura de ensueño.
Desde las Casas se vislumbra otra joya oculta, el Espacio Torner, al que se accede a través del centenario y atrevido puente de hierro San Pablo. Esta antigua pasarela lleva al Convento de San Pablo, hoy parador de turismo, al que está adosada la iglesia del XVI. El Espacio Torner, que acoge la obra del genial conquense Gustavo Torner, es un magnífico edificio religioso ocupado por vanguardia. En pleno silencio eclesiástico, es único. Bajo sus arcos góticos se respira la influencia de Torner, que a sus 93 años, ha recibido no hace mucho, el Premio Nacional de Arte Gráfico, todo un genio infatigable que sigue creando.
Otro imprescindible es Fundación Antonio Pérez, un espectacular bastión de arte. Recorre el informalismo, lo abstracto y el pop, a través de la magia de Warhol, o del propio Antonio Pérez, pasando por Chillida, Gordillo, Saura, y Millares. Todo un referente internacional.
Arte también es su Plaza Mayor, punto de encuentro y de partida hacia la magia de la ciudad. A su vera, la Catedral de finales del XII, un icono del gótico, que entre el XV y el XVI se fue ampliando. Ha sido, por iniciativa de Miguel Ángel Albares, su canónigo mayor, la primera catedral en convertirse en un espacio expositivo de obras contemporáneas. Tiene magníficos sus vitrales, renovados por artistas informalitas.
La Posada de San José, es un icono, ideal para pernoctar, o simplemente para tomar un café, es bien de interés cultural. La Posada fue construida como casa palacio en 1621, sobre el abismo de la Hoz del Huécar. Más tarde fue Colegio de Infantes de Coro San José. Y hoy, es uno de los hoteles con más encanto de nuestro país, donde sus vistas, que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo, fascinan.
Obligadas son las artísticas croquetas del restaurante Trivio. Un proyecto de Jesús Segura, que se ha convertido en la referencia gastronómica por su marca Nueva Cocina de Secano. El chef fue nombrado cocinero revelación de Madrid Fusión, donde se alzó, en una cata a ciegas, con el galardón de la Mejor Croqueta del Mundo. Cuenca es una auténtica Ciudad Encantada que combina barrios medievales, con una cara más salvaje entre cortados y naturaleza, y abstracción e innovación.
Texto y Fotografías: Irene González es Periodista y amante de la fotografía / @gys_com GsComunicacion
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Que bueno, deseando ir a conocer Cuenca. Jorge