Francisco Jiménez de Cisneros constituye una de las personalidades más influyentes de la España de los Reyes Católicos y de la historia de España en general”. Con esta contundente tarjeta de visita se presenta al Cardenal Cisneros en los rótulos y en el catálogo de la exposición que se dedica al personaje en el claustro de la Universidad de Alcalá de Henares. Con motivo del 500 aniversario de su muerte, el 8 de noviembre en 1517 los incondicionales del eclesiástico, los frikis de su figura, no se han conformado con una sola retrospectiva; han multiplicado las exposiciones y las conferencias. La más importante, ésta de Alcalá (“Cisneros, hombre de iglesia, hombre de Estado, una página de la Historia de España”); otra en Toledo (“Cisneros, arquetipo de virtudes, espejo de prelados”); y la tercera en Sigüenza (“Cisneros, de Gonzalo a Francisco”).

¿Qué repercusión puede alcanzar hoy día la celebración de un hecho ocurrido hace medio milenio y que afecta a un eclesiástico atrapado en una era de hipertensión religiosa y marcado por el hashtag de ‘capo de la Inquisición’?

Vivimos tiempos de inmediatez. De ideas pasmosamente simples que superponen el impacto a la certeza. De noticias que nacen y mueren en el mismo segundo. Que reproducen un formato clonado en millones de copias y quedan obsoletas en milésimas de segundo. Dejan como único rastro la evidencia colectiva de que la verdad es lo que se narra con velocidad y contundencia digital y nunca la reconstrucción honesta de los hechos.

Me pregunto por qué los incondicionales de un clérigo tan severo han coincidido en elegir poblaciones con tren para realizar las retrospectivas. Y sólo se me ocurre responder que las ciudades seleccionadas tienen tanta historia como el personaje elegido. Y en ello coinciden con un tren modernizado en los últimos años, pero que conserva y enriquece su patrimonio.  Sin remontar los 500 años de Cisneros, el ferrocarril va camino de las dos centurias y cuenta con vías de llegada hasta el corazón de poblaciones que han sido mucho en la historia de España. En tiempos de alta volatilidad es inteligente apreciar a quienes aportan solera.

En tren, como no podía ser de otro modo, he visitado la exposición dedicada al eminente clérigo en el claustro de la Universidad de Alcalá de Henares acompañado de Laudelino Cisneros. El periodista se presume descendiente de Don Francisco. Además milita en una cruzada por  trasladar a la villa palentina de Cisneros el lugar de nacimiento del Cardenal. De lograrlo, no solo compartirán apellido sino también gentilicio.

El día de la visita tuvimos la fortuna de que la comisaria de la exposición, María Dolores Cabañas González, impartiera una clase magistral a un nutrido grupo de alumnos. Les explicaba que la muestra “constituye un homenaje a la figura de Cisneros y tiene como objetivo difundir su vida y las diferentes facetas de su grandiosa obra”. Cabañas es profesora  de Historia Medieval y fundadora de la facultad de Mayores de la Universidad de Alcalá de Henares.

La profesora y el periodista entablaron una conversación y expresaron su convencimiento de que si Cisneros hubiera sido francés “hoy tendría un reconocimiento universal igual o superior” que el de otro clérigo notable llamado Richelieu. Por este camino entraron a discutir el concepto de ‘influencia’ y la capacidad de la magna obra del religioso español para seguir iluminando acontecimientos hasta nuestros días.

La ‘influencia’ de antaño no es como la de hogaño. Ahora a las personas con peso social se les denomina con el anglicismo ‘influencers’. Alcanzan esa dignidad cuando logran que unos miles de seguidores les otorguen un “me gusta” en la realidad inmaterial de la Red. Allí triunfa El Rubius, como rey de los veinteañeros; Iñaki Gabilondo, prescriptor político; Jorge Javier Vázquez, controlador de las palpitaciones del corazón; o Jorge Valdano, filósofo del juego de la pelota.

Francisco Jiménez de Cisneros forjó su capacidad de influencia con una abigarrada biografía. Nacido en 1436, sólo a los 56 años, en 1492, llega a confesor de la Reina Isabel de Castilla. En 1495 es nombrado arzobispo de Toledo; en 1499 crea del Colegio de San Ildefonso de Alcalá de Henares; en 1502 lanza el proyecto de la Biblia Políglota Complutense; tras la muerte de la Reina Isabel en 1504 y de Felipe el Hermoso en 1506, asume la primera regencia; en 1507 es nombrado Inquisidor General; en 1508 se inician las clases en la Universidad de Alcalá; en 1514 publica el primer tomo de la Biblia Políglota; con la muerte Fernando el Católico en 1516, asume la segunda Regencia; y en 1517 lanza el último volumen de la Biblia Políglota.

La potencia de la influencia del Cardenal Cisneros era, sin duda, incomparable con la de los ‘influencers’ de hoy. A cambio, ahora, el poder de los que influyen está más repartido.

Rendimos un tributo moderado a quien cinceló nuestra historia. Hemos dejado pasar la oportunidad de conocer a fondo al Cardenal Cisneros en la exposición de Sigüenza, recientemente clausurada. Aún estamos a tiempo de acudir en tren a las muestras de Alcalá de Henares y en la Catedral de Toledo que seguirán abiertas hasta bien entrado el año que comienza. Y de paso dar un paseo por dos ciudades que tienen tanto que contarnos.

Texto y Fotografías: Antonio Ruíz del Árbol es Periodista@adelarbol

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