Para los que nunca lo han transitado, el Camino de Santiago es su asignatura pendiente, es esa aventura que hay que sentir, al menos, una vez en la vida. Y los peregrinos que ya han recorrido alguno, caen en su hechizo y solo anhelan volver. Y es que, aunque los Caminos Jacobeos invitan a calzarse las botas para llegar al Pórtico de la Gloria y ganar la Compostela, la verdadera experiencia no es llegar a Santiago.  La vivencia está en el recorrido, en sus gentes, en sus montañas y mares; en sus aldeas, ciudades y en su Patrimonio.

Así que en este año Santo Compostelano nos perdemos por el menos conocido de los Caminos Jacobeos, el Camino Inglés a Santiago.

El Camino Inglés, una aventura marinera en el medievo

En el siglo XII los peregrinos se lanzaron a este Camino con una travesía marítima desde las Islas Británicas y otros puntos del norte de Europa, hasta los puertos de Ferrol y A Coruña. Y aunque era un camino dificultoso porque tenían que realizar muchos trámites, aprovisionar barcos y pedir licencias, esta aventura marinera evitaba a los asaltantes y reducía el tiempo de peregrinaje.

El Camino Inglés, con sus variantes desde Ferrol o A Coruña, era recorrido en la Alta y Baja Edad Media por devotos ingleses, escoceses, irlandeses, escandinavos y flamencos, que a menudo, por las tempestades que sacudían los navíos, sufrían muchas penalidades para llegar a algún puerto. Así que la historia del más íntimo de los Caminos Jacobeos empieza en el siglo XII y alcanzó su apogeo en el XV, pero se vio relegado al ostracismo cuando Enrique VIII se divorció de Catalina de Aragón, rompió con la iglesia católica, y comenzó la reforma protestante.

Las desconocidas Rías Altas: Cedeira, San Andrés de Teixido, Mirador Garita de Herbeira

El Camino Inglés y su entorno está lleno de magia y rincones llenos de espiritualidad. Y este es el caso de Cedeira y del Santuario de San Andrés de Teixido, uno de los lugares más místicos de toda Galicia. Cedeira está rodeada de acantilados de 600 m de altura, y tiene un mar braco y generoso. La pequeña ría de Cedeira tiene un gusto sabroso que se refleja en sus exquisitos platos de marisco, que sin duda, hay que probar.

Muy cerca, en plena Sierra de Capelada está la ermita de San Andrés de Teixido. Este centro de espiritualidad tiene un entorno sensacional, como es el Mirador de Chao do Monte, que a casi 400 metros de altura, tiene unas vistas inimaginables del Atlántico y sus imponentes acantilados. Para los gallegos, a San Andrés de Teixido vai de morto que non foi de vivo, así que quién no fue de vivo, sus familiares se encargan de llevar su espíritu hasta San Andrés. Así que es llamativo ver autobuses, fletados por los familiares de los difuntos, frente a San Andrés, que llegan y se van vacíos, porque solo transportan las almas de los que no vinieron cuando vivían.

Muy cerca está el Mirador de Garita da Herbeira, donde se esparcen bravos los acantilados más elevados de Europa y con mayor caída vertical. Desde luego es uno de los lugares más bellos de toda la comarca, y con las puestas de sol más impresionantes.

Después de esta pequeña escapada empezamos el Camino Inglés que discurre entre bosques, el Miño, las rías de Ferrol y de Betanzos, y muchos puentes. El Camino Inglés es el gran desconocido, es casi el ermitaño. Tiene dos variantes, ya que se puede comenzar en A Coruña, o en Ferrol, y estas dos ramas se unen en As Travesas, desde donde las etapas ya son comunes hasta Santiago de Compostela. Como la variante más larga es la que sale de Ferrol, es el único punto de inicio válido para obtener la Compostela, así que nos lazamos a la aventura desde tierras ferrolanas.

La marinera y genuina Ferrol

El Camino Inglés parte desde el muelle de Curuxeiras, donde se ubicaba el antiguo puerto medieval del XI. Además de disfrutar de sus plazas, hay que detenerse en la iglesia de San Francisco y en el Hospital de Caridad. Y disfrutar de la calle San Francisco por su gastronomía, del Barrio de A Magdalena que es Conjunto Histórico Artístico, y del Palacio Consistorial.

Y también en la Concatedral de San Julián. Al parecer la iglesia primitiva estaba junto al puerto, en el barrio de Ferrol Vello, hasta que en el siglo XVIII fue demolida para construir el gran el Arsenal Militar. Este gran complejo es una visita obligada por su arquitectura, sus edificios y sus siglos de historia. Es Bien de Interés Cultural y el mejor ejemplo del poderío que tuvo la armada española en nuestro país, ya que su experiencia náutica se remonta hasta principios de 1 700 cuando Felipe V vio el potencial de la ría ferrolana. Es inmejorable por lo estrecho de su entrada que la hace muy fácil de proteger, por su gran calado para los barcos, y por su enorme apertura en la zona del puerto.

Su Sala de Armas; la Cortina, una batería de 100 cañones que apuntan a la entrada de la ría; y el ingenioso Dique de la Campana, el más grande del mundo en su época y que sigue en uso, son asombrosos. Pero Ferrol es mucho más, está llena de secretos y de encantos. Uno de ellos son sus playas de arena rubia y su agua protegida por una de las rías más bonitas del país. Y otro encanto de la desconocida Ferrol es el Castillo de San Felipe, una magnífica batería abaluartada por la que es un placer perderse, porque si el edificio de 1589 es magnífico, las vistas que ofrece son irrepetibles. Además, frente a San Felipe está el Castillo de Nuestra Señora de la Palma, y el de San Martín, desde el que se tendía una cadena hasta el de San Felipe, que cerraba el paso a las tropas enemigas.

Dejamos Ferrol para un poquito más adelante, en Narón, visitar el Monasterio de San Martiño de Xubia, del VIII, y reconstruido por la Orden de Cluny en el XII. Y ya en Neda, donde acaba la etapa, hay que recorrer las casas con soportales de la Rúa Real, y los restos del hospital de Peregrinos.

Pontedeume, la villa medieval y el Bosque mágico de las Fraguas do Eume

La segunda etapa sale de Neda y llega a Miño, pero a mitad del camino hay que entrar en la medieval Puentedeume por su asombroso puente de piedra sobre el rio Eume, que tiene más de 600 metros y 79 arcos. Sustituye al de madera del siglo XIV que tenía capilla y hospital. Pontedeume fue fundado en el 1270 por Alfonso X, y es un enclave muy importante en el Camino Inglés. En Pontedeume hay que alargar el camino para ver la majestuosa Torre del Homenaje del Castillo de los Andrade, y muchísimos conventos, capillas, iglesias, plazoletas, palacios, la iglesia de San Martiño do Porto, y la colosal Iglesia de Santiago, que sorprende por su tamaño para una Villa tan pequeña. Pero sobre todo Pontedeume está muy cerca está el fascinante Parque Natural das Fragas do Eume, uno de los mejores bosques de Europa de roble, castaño y abedul.

Dentro de este paraje de cuento, está el fascinante Monasterio de Caaveiro, puro arte e historia en plena naturaleza. Dice la tradición que aunque fue fundado por San Rosendo en el año 936, ya existía con anterioridad. Oculto entre el frondoso bosque, y encajado entre desfiladeros, se engrandeció por donaciones y tierras, hasta que fue abandonado. Los restos más antiguos son del XII y en Caaveiro destacan la preciosa iglesia de Santa Isabel, su campanario, la casa de los canónigos, y el horno. Así que hay que alargar el tiempo del Camino Inglés para perderse por las Fragas del Eume.

De vuelta de las Fragas, la ruta continua por Barro, As Pedridas, hasta cruzar el puente medieval del rio Baxoi y entrar en Miño por un camino real que lleva directo hasta la plaza del mercado. Siguiendo el camino hay que ver el Ponte do Porco sobre el rio Lambre, y el Santuario de Nuestra señora del Camino. Y más adelante, cruzando el río Mandeo por A Ponte Vella, entrar en Betanzos por el impresionante arco, resto de su magnífica muralla medieval.

Betanzos, una de las antiguas capitales del antiguo Reino de Galicia

El Concello de Betanzos está en el corazón de la Reserva de la Biosfera Mariñas Coruñesas e Terras de Mandeo. Su belleza se palpa en sus recoletas calles, y sus antiguas casas con galerías y balconadas, porque tiene uno de los cascos mejor conservados de Galicia. El ajetreo está en la Plaza García Naveira, con la Fuente de Diana, el Archivo del Reino y el Colegio de Huérfanas. Dentro de la muralla y sus puertas hay dos históricas plazas, la de La Constitución y la de Pérez de Andrade. En la primera está el Ayuntamiento y la Torre del Reloj pegada a un ábside de la Iglesia de Santiago, y cerca, los Pazos de Lanzós y Bendaña. Y en la de Pérez de Andrade se alzan Santa María de Azogue y San Francisco, sin duda, dos templos singulares.

La iglesia de Santa María del Azogue, Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural, es una de las más hermosas de Betanzos, y guarda el primer y único calendario agrícola de todo Galicia. Y una curiosidad es que su retablo fue robado, y devuelto, por el famoso Erik el Belga, el popular ladrón de obras de arte. Casi pegada a Santa María del Azogue está la iglesia de San Francisco que guarda el monumental sepulcro de Fernán Pérez de Andrade.

No hay que dejar Betanzos sin visitar el Museo de das Mariñas, ubicado en el antiguo convento de Santo Domingo. Está cuajado de objetos singulares de la historia betancera, desde la edad media hasta hoy. Guarda unos sarcófagos impresionantes, una gran colección de joyas y de trajes, y todo lo inimaginable de todos los aspectos etnográficos de la comarca de As Mariñas. Y también hay que entrar en la farmacia más antigua de Galicia, la de Couceiro Serrano, que abrió sus puertas en el siglo XVII, y que tras 10 generaciones sigue siendo de la familia. Así que su Patrimonio, su naturaleza y su tortilla de patata, la más rica del mundo, hacen de la capital del gótico gallego el lugar ideal para perderse.

Hospital de Bruma, la confluencia entre Ferrol y A Coruña

Entre veredas y montes se llega a Hospital de Bruma, el lugar de confluencia con el ramal que llega desde A Coruña. Desde esta pequeña aldea se transita por montes, bosques autóctonos y cruceiros, que además de ser exclusivos de la zona, van guiando el camino hasta alcanzar la medieval Sigüeiro, donde continuando por la calle Real se llega al histórico puente sobre el río Tambre.

Es la última etapa de un camino por la espiritualidad donde transitaron religiosos, caballeros, militares, devotos, penitentes y condenados, para llegar a Santiago de Compostela y rendir culto al Santo.

Texto y Fotografías: Irene González es Periodista de viajes, consultora de comunicación, y fotógrafa. Colabora en Gente Viajera de Onda Cero, y en la revista Viajar. 

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