Tras múltiples vicisitudes, por fin la cumbre del clima (COP25) recala en Madrid, en el recinto ferial de IFEMA, entre los días 2 y 13 de diciembre.  Inicialmente, el país destinado para albergar esta cumbre era Brasil, pero retiró su compromiso tras el triunfo electoral del muy controvertido Bolsonaro. Tras esta renuncia, se eligió como alternativa Chile, pero el estallido social que vive el país motivó finalmente que el presidente Piñera anunciase la renuncia a su organización. Finalmente, el gobierno español asumió la logística del evento en Madrid, si bien la presidencia de la conferencia sigue siendo chilena.

Más de 25.000 representantes de 200 países se reunirán en Madrid para alcanzar acuerdos y compromisos entre naciones para combatir los efectos del cambio climático. En paralelo, la ciudadanía y las organizaciones no gubernamentales, en IFEMA y en la calle, celebrarán su otra cumbre.

Madrid, última llamada para el Clima

La cumbre de este año es especialmente trascendente, ya que es la última oportunidad para que los firmantes del pacto activen el Acuerdo de París, el primer pacto mundial vinculante en defensa del clima del planeta, que debe estar plenamente vigente en enero de 2020.

En 1992, hace casi cuarenta años, la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro proclamó la necesidad de proteger la naturaleza frente a la acción humana. Fue en Río donde se acordó la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), hoy ratificada por todos los países del mundo. Sin embargo, la Convención no previó una forma precisa de gobernanza, por lo que, desde la primera reunión en Berlín, sus objetivos se han ido desarrollando en conferencias anuales de los Estados (COP), que elaboran acuerdos dentro del marco de la Convención. En ellas se parte de la información de su órgano científico, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que produjo su quinto informe en 2014 y prepara el próximo para 2021.

Las conclusiones, prácticamente unánimes, de las redes de científicos indican que la temperatura media global ya ha subido más de un grado con respecto a la etapa preindustrial, y que su origen es fundamentalmente antropogénico (es decir producido por la especie humana), ya que la causa más importante de tal incremento es la acumulación de gases de efecto invernadero por la combustión masiva de recursos fósiles (petróleo, gas y carbón).

Hacia mitad del siglo XXI se prevé alcanzará un aumento de un grado y medio. A partir de entonces, subidas superiores plantean escenarios catastróficos que incluyen fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes e intensos, extinción masiva de especies, y aumentos significativos del nivel del mar que inundarían las zonas costeras que habitan los humanos.

Kioto y París, dos hitos contra el cambio Climático

De entre las sucesivas COP destacan dos acuerdos muy relevantes. La celebrada en Japón en 1997 dio lugar al Protocolo de Kioto que preveía una reducción voluntaria de gases de efecto invernadero con respecto a las emisiones de 1990 por parte de 37 países, protocolo que se aplicó entre 2008 y 2012. En particular Europa ejerció un claro liderazgo mundial, ya que sus 28 Estados miembros de la Unión Europea, incluidos entre esos países voluntarios, redujeron sus emisiones un 17,9% entre 1990 y 2012 (y han seguido reduciendo hasta un 21,6% entre 1990 y 2017).

Hace más de veinte años, Kioto pavimentó el camino contra el Cambio Climático. A pesar de obligar voluntariamente, y a un reducido grupo de Estados, el Protocolo de Kyoto resultó un buen precedente porque marcaba una senda y un método de reducción de los gases de efecto invernadero. En las COP posteriores, el método de Kyoto se reveló agotado porque no se dio la suficiente voluntad internacional para pactar nuevas reducciones voluntarias, como se demostró en la COP18 (Doha) en 2012, destinada a renovar el pacto sellado en Japón.

La Conferencia de París de 2015 (COP21) adoptó un enfoque bien distinto, ya que en lugar de marcar límites voluntarios de emisiones, estableció objetivos generales vinculantes para limitar el aumento de la temperatura global. En el Acuerdo de París se plantea un límite inferior del incremento de la temperatura media del planeta respecto a los niveles preindustriales de un grado y medio, y uno superior, no superable en ningún caso, en dos grados centígrados a final de siglo.

“Greta, con su padre, esta semana llegará a Madrid-Chamartín en un tren de Renfe, el modo de transporte motorizado más sostenible y más cómodo a su disposición, incorporándose a la Cumbre y a las movilizaciones”.

Estos incrementos máximos acordados proceden de las recomendaciones científicas del  mencionado Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para evitar los escenarios catastróficos para la especie humana comentados con anterioridad. Este enfoque tuvo la virtud de sumar al pacto a muy diversos actores, alcanzando por entonces un consenso casi universal. Al día de hoy tan sólo Estados Unidos, se ha retractado de aquél acuerdo.

A pesar del avance político y metodológico, el Acuerdo de París carecía de herramientas concretas para evitar alcanzar dichos aumentos de temperatura, ya que tan sólo establecía que los Estados deberían hacer “contribuciones nacionales ambiciosas”.  El Acuerdo de París estableció unos objetivos de resultado en el largo plazo, y esto permitió la implicación de casi todos los países del mundo. Pero proclamar unos objetivos para las próximas décadas es relativamente fácil; establecer los medios para alcanzarlos es más complicado.

COP 25 de Madrid: Ante la Emergencia Climática, tiempo de actuar

En las COP postreras a París ha sido imposible acordar tales medidas. El éxito de la COP25 de Madrid del 2 al 15 de diciembre se medirá por las  medidas concretas que nos acerquen hacia los objetivos de París, por su activación real.  Pero el clima social está cambiando. La intensa actuación en los medios y en la calle de organizaciones como Fridays For Future y Extinction Rebellion, está mutando la percepción social en todo el mundo. Hartos de las declaraciones procrastinadoras de los Gobiernos parece que ha llegado el tiempo de la acción, tal como demandaba Greenpeace en la Cumbre de Copenhague.

Su líder juvenil, Greta Thunberg, catalizadora de este cambio en la percepción social, tras un agitado viaje por el Atlántico, y procedente de Lisboa, llegará en estos días a la COP25 de Madrid, también para participar en la masiva manifestación demandando actuaciones y compromisos concretos que se celebrará el 6 de diciembre.

Greta, con su padre, esta semana llegará a Madrid-Chamartín en un tren de Renfe, el modo de transporte motorizado más sostenible y más cómodo a su disposición, incorporándose a la Cumbre y a las movilizaciones. Se trata del Tren Hotel Lusitania, un servicio nocturno que une ambas capitales ibéricas con un alto grado de ocupación.

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Unión Europea: líderes de la lucha contra el Cambio Climático

De vuelta a Europa, a la altura de las islas Azores, y en vísperas de la Cumbre del Clima de Madrid, el Parlamento Europeo declaró este jueves 28 de noviembre la “situación de emergencia climática y medioambiental” del planeta. Un gesto simbólico, pero muy relevante políticamente, con el que la Eurocámara pretende incentivar el liderazgo europeo en la lucha contra el cambio climático. La resolución, “declara la situación de emergencia climática y ambiental” y reclama tanto a las instituciones de la UE como a los Gobiernos “que adopten urgentemente las medidas concretas necesarias para combatir y contener esta amenaza antes de que sea demasiado tarde“.

La UE se ha convertido  en el primer continente en declarar la Emergencia Climática. La Eurocámara exige a la nueva Comisión entrante que garantice que todas sus propuestas legislativas y presupuestarias tienen en cuenta el objetivo de limitar el calentamiento global a un máximo de 1,5 ºC. La Eurocámara plantea lograr la neutralidad de las emisiones europeas en 2050, aumentando del 40% hasta el 55% el objetivo de reducción de emisiones de CO2 para 2030.

Está previsto que la nueva presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, evoque en Madrid su propuesta de Pacto Verde Europeo, cuyo objetivo es reforzar la lucha contra el cambio climático, aumentando al mismo tiempo la competitividad de la Unión. Para alcanzar la neutralidad climática en 2050, la Comisión Europea ya presentó una propuesta en ese sentido, pero el Consejo Europeo todavía no ha alcanzado el consenso necesario.

Combatir el cambio climático: una obligación, no una opción

No hay tiempo que perder porque la vida de la especie humana en nuestro planeta está en riesgo. Es una Emergencia porque el cambio climático ya tiene un impacto negativo, no solo en la biodiversidad, en nuestros parientes, sino que se ha convertido en una grave amenaza para la humanidad.

Pero la resolución del Parlamento Europeo también viene a reconocer la propia hipocresía de la UE, la falta de consistencia de sus políticas comerciales, energéticas, de movilidad, agrarias, de inversiones, respecto a los objetivos climáticos declarados. No es muy coherente hacer declaraciones grandilocuentes sobre el clima si se practican las mismas políticas que nos han llevado a esta Emergencia.

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La Cumbre de Madrid no va a ser un paseo militar

Los países ricos, grandes emisores per cápita (Estados Unidos, por supuesto, pero también Canadá, los países árabes del Golfo, Rusia) no quieren asumir ninguna obligación. Y los países emergentes, los menores emisores per cápita pero mayores contaminantes brutos debido a su gran población, plantean su necesidad de desarrollo para evitar adquirir nuevos compromisos.

Las transiciones energéticas y ecológicas a implementar en todas esas sociedades necesitan unos fondos de los que no disponen. El resultado es que los países europeos (la UE adoptó una posición común ante la COP25 en octubre) han quedado entre los dos grupos anteriores, ejerciendo un claro liderazgo que lamentablemente no es compartido.

“¿Sabrá la Conferencia de Madrid encontrar soluciones alternativas, diferentes, imaginativas pero concretas?”.

El avance del cambio climático es una amenaza global asentada sobre un modo de vida occidentalizado y consumista que se expande globalmente. Un problema universal que no puede afrontarse con medidas locales, que precisa soluciones globales. La COP 25 de Madrid debe obtener medidas concertadas para reducir las emisiones en todos los países del mundo, también para retratar a aquellas naciones que rehúyan participar de soluciones concretas.

Y en un futuro próximo, también se precisarán, soluciones sectoriales de carácter global, que eviten, por ejemplo, que la Movilidad ponga en cuestión el cumplimiento de los objetivos generales de reducción de gases de efecto invernadero por su crecimiento descontrolado. Soluciones precursoras de exigentes cambios culturales, de profundos cambios civilizatorios, generadores de formas de vida mucho más sostenibles y menos lesivas para nuestra especie, y para Gaia, la casa común que compartimos.

Texto: Santos Núñez del Campo ha sido Presidente de la Comisión de Políticas Sectoriales y Medio Ambiente del Consejo Económico y Social de España. Es Responsable Corporativo de Sostenibilidad de Renfe.

Más información sobre la implicación de Renfe en la Cumbre del Clima. Para celebrarlo, si le das al planeta un respiro, te damos el doble de puntos.  Vuelven los ECOPuntos.