Cada día son más numerosos los museos y ferrocarriles turísticos que reúnen, divulgan y permiten a sus visitantes conocer y disfrutar de la historia de este medio de transporte en nuestro país. Sin voluntad de ser exhaustivos, desde el tren minero de Río Tinto (Huelva), hasta el de Sóller (Mallorca), pasando por iniciativas como el tren de Arganda (que pita más que anda), el de Utrillas (Teruel) o los museos de Ponferrada (León) y Monforte de Lemos (Lugo). Mención aparte merecen los cuatro de mayor envergadura que se encuentran en Madrid (Delicias), Vilanova i la Geltrú (Barcelona), Gijón (Asturias) y Azpeitia (Gipuzkoa).

Vista general del Museo Vasco del Ferrocarril.

Cada uno de estos cuatro últimos museos está especializado en un campo específico de la historia de los ferrocarriles españoles. El de Madrid-Delicias es el gran museo en el que se recoge la historia de la de vía ancha, hoy operada por Renfe, mientras que Vilanova i la Geltrú, está especializado en la tracción y ofrece una de las más variadas colecciones de locomotoras de vapor de Europa. Como no podía ser de otro modo, Gijón, en el corazón de la principal cuenca hullera del país, presenta una variada visión de los trenes mineros y, por último, la especialidad del Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia son los trenes de ancho métrico que complementaron la red principal en buena parte de la península y, en especial, en la Cornisa Cantábrica, donde, con el paso del tiempo, constituyeron la red de la antigua Feve, hoy integrada en Renfe.

Patrimonio del Museo

Dresina construida por Feve en sus talleres de Rentería, preservada en el Museo Vasco del Ferrocarril.

El Museo Vasco del Ferrocarril cuenta con en la actualidad con una colección de más de 70 vehículos históricos de todo tipo, desde las clásicas locomotoras de vapor hasta tranvías urbanos o el único trolebús expuesto en un museo en España, sin olvidar toda clase de locomotoras diésel y eléctricas, coches de viajeros y vagones de carga. Gestionado por EuskoTren, empresa surgida en 1982 a partir de las líneas de Feve que transcurrían íntegramente por el territorio de la Comunidad Autónoma Vasca transferidas al Gobierno Vasco entre 1978 y 1979, dado su origen, es fácil comprender que buena parte de su patrimonio perteneció en algún momento de su historia a la antigua empresa estatal.

Locomotora Alsthom 1004 de Feve, en cabeza de un tren de viajeros en el Museo Vasco del Ferrocarril.

De hecho, cuarenta de sus vehículos formaron parte del parque motor y remolcado de Feve: dos locomotoras de vapor centenarias, entre ellas la emblemática “Aurrera” que encabeza habitualmente las circulaciones turísticas que el museo realiza en un tramo del antiguo Ferrocarril del Urola entre Azpeitia y Lasao; siete eléctricas; cuatro máquinas diésel; nueve automotores eléctricos; siete coches de viajeros; diez vagones de mercancías e incluso una simpática dresina de inspección de vía construida artesanalmente en 1973 por los trabajadores de Feve en el taller del «Topo» en Rentería (Gipuzkoa).

Locomotoras de vapor y diésel

La locomotora “Aurrera”, de 1898, a la espera en Lasao para regresar al Museo Vasco del Ferrocarril.

Sin duda, para el visitante las piezas más atractivas son las veteranas locomotoras de vapor que, además, circulan todos los fines de semana desde el inicio de la Semana Santa hasta principios de noviembre tal y como lo hacían hace cien años, es decir, quemando carbón en sus calderas, pero entre los vehículos más interesantes del Museo Vasco del Ferrocarril cabe destacar desde el punto de vista histórico las diversas series de locomotoras diésel adquiridas por el Ministerio de Obras Públicas a partir de 1953 a raíz de un Plan de Modernización y Mejora de los Ferrocarriles de Vía Estrecha que, con el tiempo, se convirtieron en la espina dorsal del parque de tracción de Feve durante más de tres décadas.  Se trata de las series 1000; construida por la francesa Alsthom, la 1100; fabricada bajo licencia de la también francesa Creusot por la Sociedad Española de Construcción Naval, la 1200; realizada por CAF en Beasain según proyecto de la casa Batignolles de París y la 1300; también producida por la Naval, en este caso a partir de un desarrollo de la británica Yorkshire y dotadas con motor de la prestigiosa Rolls Royce.

La locomotora Creusot/Naval 1158 circula entre el Museo Vasco del Ferrocarril en Azpeitia y la estación de Lasao en cabeza de un tren de mercancías formado también por material histórico.

Estas cuatro series de locomotoras diésel contribuyeron decisivamente a la modernización de los ferrocarriles de vía estrecha de la Cornisa Cantábrica, sustituyendo con gran ventaja la tracción vapores, garantizando de este modo la supervivencia de buena parte de los ferrocarriles de vía métrica del país. Sin duda, las más destacadas fueron las de la serie 1000, máquinas verdaderamente robustas y fiables de las que todavía hay varias en servicio comercial, ¡con más de 60 años!, en la red de los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya.

Otras operan en manos de contratas de Vía y Obras como Tecsa, Comsa o Convensa, y en la propia Feve han tenido una segunda vida ya que algunos de sus elementos, como es el caso de los bogies, se aprovecharon en la fabricación de la moderna serie 1900. En el Museo Vasco del Ferrocarril se conserva la 1004, adquirida en 1965 por la Compañía del ferrocarril Vasco-Asturiano (línea de Collanzo a Oviedo y a San Juan de Pravia) e integrada en el parque de Feve en 1972, donde prestó servicio hasta su jubilación y cesión al Museo Vasco del Ferrocarril en el año 2003. En la actualidad, es habitual que refuerce el servicio de trenes históricos de esta institución en los días laborables del mes de agosto.

La locomotora de vapor Zugastieta, construida en 1888 maniobra en la estación de Lasao.

Las locomotoras de la serie 1100 no fueron tan longevas, pero desde su puesta en servicio en 1958 circularon por infinidad de líneas de la antigua Feve en Andalucía, Castilla-La Mancha, Madrid, País Valenciano, Castilla-León, Mallorca, Euskadi, Cantabria y Asturias. Por su parte, las 1200 trabajaron también en Madrid, Zaragoza o Alacant, donde encabezaron el popular “Limón Exprés”, mientras que las 1300 se especializaron en el servicio de maniobras en las principales estaciones y apartaderos, el mismo que sigue cumpliendo rutinariamente la 1324, originaria del ferrocarril de La Robla, en el Museo Vasco del Ferrocarril, institución que la adquirió a Feve en 1992.

Automotores eléctricos serie 3000

La serie de tranvías 3400 de Feve, adquiridos en Bélgica, circularon en los ferrocarriles de Valencia y en el asturiano Carreño. En la imagen, el 3418 junto al tranvía 218 de Zaragoza.

Junto a estas locomotoras diésel, el Museo Vasco del Ferrocarril también conserva un ejemplar de la única serie de automotores eléctricos adquiridos por el Ministerio de Obras Públicas en los años cincuenta para modernizar los ferrocarriles de vía estrecha, la 3000. Construidos por la Naval de Sestao, prestaron servicio en el extinto ferrocarril de La Loma (Jaén), en los ferrocarriles catalanes y también en el Vasco-Navarro y la línea de Amorebieta a Bermeo de Feve, así como en la única línea que, en el pasado, gestionó Renfe; el tren de Cercedilla a Los Cotos (Madrid). Mención aparte merece el 3428, un antiguo tranvía belga adquirido de ocasión y que circuló hasta 1991 en los ferrocarriles de vía métrica de Valencia.

Historia vía métrica

Vista del taller mecánico histórico, uno de los conjuntos más atractivos del Museo.

En definitiva, de la mano de EuskoTren el visitante podrá conocer en el Museo Vasco del Ferrocarril la historia de los ferrocarriles de vía métrica de nuestro país gracias a los vehículos más representativos de su historia y, también, a través de muchas de sus variadas colecciones; desde el sorprendente taller mecánico de mantenimiento, que funciona como hace un siglo mediante un motor que impulsa el complejo sistema de poleas, embarrados y correas con las que se pueden poner en marcha hasta 16 máquinas-herramientas, hasta el singular conjunto de uniformes ferroviarios con el que se puede admirar cómo ha evolucionado la moda en el vestir de los ferroviarios entre 1863 y la actualidad, en la que no podían faltar trajes de Feve, Renfe, Adif o el Regimiento de Ferrocarriles que, durante décadas, fue la principal cantera de profesionales ferroviarios en España.

El Museo Vasco del Ferrocarril también ha recuperado la antigua central eléctrica del Ferrocarril del Urola.

En todo caso, el visitante no se limita a contemplar la historia del ferrocarril de vía estrecha. Desde su sede principal en la antigua estación de Azpeitia, el Museo Vasco del Ferrocarril ofrece la posibilidad de viajar en el tiempo a bordo de los coches y locomotoras de vapor que conforman sus colecciones en un trayecto de cinco kilómetros hasta la estación de Lasao. El traqueteo de las antiguas vías con carriles embridados y traviesas de madera, el humo y la carbonilla expulsados por la chimenea, los clásicos billetes de cartón o los asientos de tablillas de madera le transportan al pasado a través de los verdes paisajes del valle del Urola. Y si alguien lo desea, con cita previa puede llegar a ser fogonero por un día practicando con la pala el noble arte de alimentar el fuego de la caldera de la centenaria locomotora de vapor que arrastra el tren, una experiencia auténtica, común en otros museos europeos, pero única al sur de los Pirineos. ¿Te lo vas a perder?

Texto y fotografías: Juanjo Olaizola Elordi es Director del Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia

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