Cercanías es, sin lugar a dudas, “faros”, bancos, papeleras, el rojo y el blanco en los trenes y esa “C” perfecta que ha girado y seguimos percibiendo como antes. Es la imagen a la que todos “ponemos cara” día a día cuando vamos a trabajar, cuando viajamos o vemos un tren de Cercanías. Un símbolo que nos identifica, que nos conecta a través de las “Cercanías”, que nos rodea y representa parte de nuestro transporte diario en toda la geografía española. Y fue gracias a un hombre: Alberto Corazón.

Hace poco nos dejaba este gran diseñador. Incluso para los no familiarizados con su nombre seguro que reconocerán al instante gran parte de los logotipos que ha creado a lo largo de su trayectoria profesional. “Cercanías Renfe, Feve, Paradores, UNED, Biblioteca Nacional…” Su trabajo en Cercanías respondió a una función social que tiene que ver con mejorar el entorno de las personas. Era la demanda del usuario.

Origen Cercanías

En su estudio y un “container” de Renfe, Corazón se encargó de llevar a cabo este ilusionante proyecto cuando, en la década de los 80, no había una cultura del diseño institucional.

Fue una década de ebullición en el diseño y, para ello, qué mejor que contar con Emilio Gil, reputado diseñador gráfico y referente en el campo de la identidad corporativa. Su entrevista comienza con una frase que me llamó la atención “La huella que deja el diseño”. Según Gil, “El diseño en España ha ayudado a cambiar un país. El mundo editorial, las gráficas de los museos…España se cuenta a sí misma a través del diseño”. “En el caso de Cercanías, es un diseño que acerca un servicio a la sociedad y cómo un sistema gráfico como el que creó Alberto Corazón aunaba todas las necesidades (sistema de rutas, frecuencia de trenes o el mobiliario)”.

Y para acercarnos más a lo insólito, apasionante y familiar del proyecto cuento con su hijo, Oyer Corazón, también diseñador y profesor en la Universidad Europea de Madrid que lo vivió aun siendo un joven que se iniciaba en el mundo del diseño. “Internamente el proyecto se le encargó a Javier Bustinduy -ingeniero en Renfe, primer director y fundador de las Cercanías españolas-. En 1988 monta, lo que hoy sería, una start up en un contenedor donde junta al mejor talento del momento para trabajar en la creación de Cercanías. El flechazo de Corazón y de Bustinduy fue inmediato”. “Mi padre decía: Muchas veces me siento como un brujo al que solo le piden aspirinas”. Pero en Cercanías le pidieron magia, tenían las ideas muy claras y consiguieron el “diseño de un servicio” que sigue siendo reconocido a día de hoy.

Las ciudades empiezan a crecer de forma concéntrica. Se trataba de crear un ferrocarril suburbano que operaría en el entorno de, prácticamente, todas las capitales autonómicas. Y no solo era el diseño sino un concepto de comunicación gráfica en los transportes públicos sin precedentes. Se crea la identidad corporativa en la que entraban desde las cuestiones técnicas hasta cómo sería el servicio.

“Todo estaba muy pensado desde el principio: Naming, señalización e identidad, mobiliario, interior de los “coches”, mapas, hilo musical, horarios”. La clave radica en la puntualidad y es la primera vez que un tren pasa a las 13.27 y no el “en torno a”. Alberto Corazón crea esa “C” que se separa de los acrónimos que estaban más asentados. Al comenzar los años 90 se implantó el giro de la “C”. De esta manera el mismo logo podía adaptarse a las palabras que se utilizan en las otras lenguas co-oficiales para nombrar al cercanías, como Rodalies, Rodalia o Aldirikoak.

Como apunta Emilio Gil “No somos conscientes del diseño, pero es una realidad. En 1931 el ingeniero Harry Beck rediseñó el plano del Metro de Londres inspirado en diagramas eléctricos y establece un código de colores que es universal. Corazón lo trasladó al Mapa de Cercanías creando sus coronas”.

En 1988, todo lo que se hizo en Cercanías fue sorprendente:

  • Crearon un prototipo de los vagones del tren a tamaño real. Según Oyer Corazón, “una auténtica locura en aquellos tiempos y lo primero que hoy se hace en diseño industrial”.
  • La “C” girada está en consonancia con la pregnancia visual y las teorías de la Gestalt. Al girar la “C” la gente seguía viéndola. El cerebro ve cosas que tu ojo no ve.
  • El simbolismo de la “C” se relaciona con la rueda en movimiento que gira dándole movilidad o incluso como recientemente he conocido a través de Oyer: un reloj que marca los minutos.
  • Era un “diseño circular” o “diseño de km 0”. El mobiliario estaba especialmente diseñado para que se pudiera producir en cualquier metalúrgica por todo el territorio nacional, incidiendo en los proveedores locales que podían garantizar la fabricación y el mantenimiento. Esa función social está pensada también respecto del proveedor.
  • Los colores. No son casuales. Eran insólitos, no los usaba la competencia y quería llamar la atención. Era un nuevo servicio que llegaba a áreas rurales y debía verse en la distancia.
  • El interior de los “coches” también era novedoso. Se instala por primera vez el asiento abatible o “asiento isquiático”. Hoy en día es recomendado a personas de la tercera edad.
  • Los asientos se orientaban evitando que la gente se mirara de frente. En esos primeros trenes de cercanías había un sistema de dos, uno o tres asientos en hilera de manera que hubiera el menor contacto visual. No solo por la intimidad y la tranquilidad del viajero sino porque según estudios sociológicos, casi toda la violencia que se produce en entornos urbanos se inicia con la mirada.

Diseño analógico vs diseño digital

Más de 30 años después de este “diseño de servicio” le preguntamos a Emilio Gil sobre este tema. “El mundo digital te permite recursos dinámicos, secuenciales y de aplicación en el tiempo que no te permite el analógico. Ahora hay pasos infinitos y los pasos intermedios que te deja el digital no te los permite el analógico. Por otro lado, el trabajo hecho con las manos tiene una serie de ventajas que no tiene el digital. Cuando dibujabas una letra, la relación entre los trazos finos y gruesos debía tener una armonía y en el digital ya viene predefinido. Diseñar con las manos te permite cosas que de otra manera pierdes con herramientas de diseño digital”.

Oyer me da las claves del éxito de Cercanías: “Fue la cotidianeidad y mejorar el entorno. La gente que reconoce Cercanías es porque fue un servicio muy bien pensado, muy útil. Esa fue la clave. Es un trabajo gráficamente tan sencillo y contundente que es riguroso y sigue funcionando”.

Alberto Corazón se sentía orgulloso cuando le reconocían. Cuenta Oyer que en una gasolinera, el empleado vio su nombre en la tarjeta de crédito y le comentó “Usted es el autor de los mapas de Cercanías”. Lo había visto en una esquina del mapa. Ahora el orgullo es nuestro y le seguiremos recordando cada vez que veamos esa “C” girada, esos monolitos en la entrada de la estación o ese mapa de Cercanías que, en digital o en analógico, sigue formando parte de nuestras vidas.

Texto:  Raquel Sanabria Fernández / Gerencia Comercial en Cercanías Madrid