La que vais a leer es una historia real. Pasó hace 16 años, en Atocha, en 2005. Fue un soleado día del mes de marzo en el que las vidas de las protagonistas de esta historia quedaron para siempre unidas al tren. Ese día se citaron en Atocha nuestras protagonistas, como dos viajeras más; Jimena y Carla.

Jimena era por entonces una estudiante de postgrado recién llegada a Madrid, una chica joven que veía cumplido su sueño de vivir en la capital. Para ella, el tren empezaba a ser parte de su vida, pues a diario lo usaba para desplazarse a la universidad, pero también algunos fines de semana para, en Ave, poder viajar a su ciudad de origen. Carla era una madrileña de nacimiento, vivía en el extrarradio de la ciudad, aunque siempre andaba haciendo planes por la capital. Para ella, el tren también era su medio de transporte habitual para ir a la universidad, o para salir con los amigos.

Jimena y Carla se conocieron por internet y, tras varias semanas chateando, el interés de la una por la otra era mayor, pero preferían mantener discretamente su homosexualidad. Una tarde del mes de marzo decidieron conocerse en Atocha; cruce de caminos, punto de llegada, de encuentro, de viajes. Un sitio donde comenzar aventuras. La historia de Jimena y Carla sin duda lo era.

Ese día empezó una bonita historia de amor que ha mantenido unidas a Carla y Jimena durante muchos años, en este tiempo han cambiado muchas cosas: el matrimonio homosexual se aprobó en España el mismo año que Carla y Jimena se conocieron, y muchas cosas han cambiado desde entonces. Hoy en día ambas viven abiertamente en una sociedad que con el tiempo ha aceptado lo que nunca debió estigmatizar.

Por el camino han quedado años de lucha y reivindicación e historias de personas que, por las circunstancias de la época no disfrutaron la misma libertad que ahora tienen nuestras protagonistas. Ese largo camino hacia la diversidad también lo fue para Renfe. Atrás quedan años de persecución a homosexuales, en los que incluso en las estaciones y trenes se recriminaba cualquier conducta homosexual.

Esta situación llegó incluso a generar protestas de los colectivos LGTBI.  Entonces desde Renfe se comprendió que la diversidad, lejos de ser un elemento de división, había de convertirse en un rasgo de unión. Han pasado 30 años ya de aquellas protestas y la historia ha cambiado.

España entró en la modernidad ese mismo año 1992, con una Exposición Universal en Sevilla, unos Juegos Olímpicos en Barcelona y una Capitalidad Cultural Europea en Madrid. Un país moderno, a la vanguardia que no podía permitirse situaciones como las protestas mencionadas. Ese mismo año Renfe ponía punto y final a una etapa de su vida e inauguraba otra: la alta velocidad acababa de llegar a España, y con ella la modernidad, la diversidad, el futuro que hoy escriben los millones de viajeros que se suben al tren a diario.

Una historia, que como la de Carla y Jimena, está marcada por la diversidad, porque hoy en día también hay trenes que unen a diario la vida de muchas personas de cualquier raza, orientación, cultura o religión, trenes como los que en su día unieron la vida de Carla y Jimena para siempre.

Texto: Carlos González Burgos es Operador Comercial de Renfe

Fotografías: Vanesa Carro Martínez