En el movimiento de aves migratorias surgen interpretaciones distintas; unos atribuyen a la traza de su recorrido a ras de cielo un significado que augura prosperidad, mientras que otros lo califican de estacional, simplemente. En el Ave que vuela sobre raíles a La Meca convergen ambas lecturas de manera complementaria y sin entrar en contradicción. Y esto es así porque lleva en su vuelo migratorio la prosperidad que acompaña al saber hacer del equipo de Renfe allí desplazado para acometer el proyecto de Haramain. En este viaje le invitamos a comprobarlo a ras de vía. ¿Nos acompaña?

El Ave que vuela sobre raíles a La Meca lleva en su vuelo migratorio la prosperidad que acompaña al saber hacer del equipo de Renfe allí desplazado para acometer el proyecto de Haramain.

Rodrigo Álvarez es Técnico de Servicios Comerciales en el Proyecto Haramain, que comunica las ciudades santas de Medina y La Meca, y nuestro siguiente protagonista en Ferroviarios por el Mundo, sección que nace para dar a conocer en primera persona a profesionales de Renfe que decidieron en su día emprender vuelo destino a otros países con el objetivo de involucrarse en proyectos internacionales con tren de fondo y saber hacer como motor de arranque y guía principal. Nos citamos durante un intervalo vacacional entre viajes desde su lugar de procedencia hacia su residencia laboral, distantes entre sí varios miles de kilómetros. Y aunque el titular de la entrevista sea para él, llega a la cita junto a Laila Albargawi, su esposa desde hace escasos meses y originaria de Arabia Saudí. Desgranaremos después su historia, pero antes pondremos el foco en Rodrigo Álvarez, que se autodefine camaleónico, como cualidad intrínseca y necesaria para adaptarse al entorno. Empecemos.

 

Cuéntenos su trayectoria laboral, cómo y cuándo ingresó en Renfe.

Ingresé en 2007 como factor de entrada en Barcelona tras aprobar una convocatoria pública de plazas. Contaba con los requisitos solicitados para el puesto a cubrir y mi primer cometido fue como trabajador en prácticas en la taquilla de Sitges (Barcelona). Allí inicié el camino en  el área de atención al cliente que me resultó muy valiosa para el conjunto de la vida laboral. Desde allí pasé a integrar el equipo del Centro de Gestión de trayectos regionales, donde me formé durante dos años en áreas muy diversas: Producción, Comercial, Posventa y un largo etcétera. Solicité el traslado a Madrid y logré formar parte del equipo del Centro de Gestión de Cercanías ubicado en la estación de Atocha. Entre las tareas propias del área de servicio al cliente, estuve un tiempo en el puesto de megafonía. Y después, ocupé la plaza de interventor en Cercanías Madrid.

Y su siguiente destino fue Arabia Saudí. ¿Qué sucedió entre medias para que tomara la decisión de partir?

Por aquel entonces tenía un compañero de Renfe que se había desplazado a Arabia Saudí y me animaba a solicitar el traslado al proyecto de Haramain fruto de su propia vivencia, tan enriquecedora e interesante. Por mi parte, ya acumulaba seguridad y experiencia gracias a los conocimientos adquiridos en los puestos desempeñados durante más de diez años. También disponía de formación continua adquirida en los cursos impartidos en la empresa sobre diferentes materias y, a la vez, había completado estudios de Comunicación en la Universidad Internacional de La Rioja. Así las cosas, desde hacía un tiempo era formador de Servicios a bordo, función que me satisfacía por tener la posibilidad de mostrar a otros lo aprendido. En este contexto, sabía que había una demanda en Renfe para cubrir vacantes de características similares a lo que yo hacía en mi día a día, pero en un entorno diametralmente distinto al que había desempeñado mi labor hasta la fecha.

“Tenía un compañero de Renfe que se había desplazado a Arabia Saudí y me animaba a solicitar el traslado al proyecto de Haramain fruto de su propia vivencia, tan enriquecedora e interesante”.

Y puso en marcha la maquinaria para emprender vuelo a Yeda…

Efectivamente. De primeras, formalicé la solicitud que recogía mi interés en formar parte del proyecto de implantación de la red de alta velocidad en Arabia Saudí. A partir de ahí, comenzó el proceso de selección y fui superando las diferentes pruebas y entrevistas personales. Casi de la noche a la mañana me confirmaron que ya integraba el equipo y, en apenas unos días, embarcaba en un vuelo destino Arabia Saudí.

Alcanzado su objetivo, cuáles fueron sus primeras impresiones al llegar.

Una mezcla contradictoria de sentimientos unida a una bocanada de calor y humedad que me dieron de lleno como una bofetada al pisar tierra. Desde la ventana del hotel en el que me alojé la primera noche, mis únicas vistas daban a un aparcamiento repleto de coches desvencijados y una gran nube de polvo. En un país que mi mente asociaba a la pasión por el motor, mis sensaciones fueron opuestas en una primera impresión al retirar la cortina que protegía la habitación de la luz. La llamada a los rezos al amanecer fue el primer sonido al despertar y pensé; bueno, ya estoy aquí…

Sin duda se adaptó bien, ya que suma más de tres años de estancia allí.

Así es, el país y el proyecto me fascinaron desde el principio y, pasado el tiempo, no deja de sorprenderme. Arabia Saudí está inmersa en un profundo cambio social y cultural del que estoy siendo testigo. Viejas costumbres dan paso a nuevos hábitos que están ayudando a derribar barreras. Conocer el país es aprender a entenderlo y me agrada vivir su evolución, formar parte de la transformación.

Cuéntenos cuál es su cometido en el proyecto de Haramain.

Coordino el Contact Center y superviso la labor diría de los equipos senior y junior para dar servicio a la empresa Saudí Spanish Train Project Company (SSTPC), que es la compañía operadora del Haramain High-Speed Railway. Mi labor principal consiste en formar y dar apoyo al personal saudí contratado por Renfe para prestar servicio en los trenes y estaciones. Al principio, durante la fase previa a la explotación y, actualmente, en todo el proceso que abarca desde la atención al cliente, las tareas comerciales y la fase de posventa. Coordino un equipo que desborda entusiasmo y profesionalidad. Estoy muy orgulloso de cada miembro del mismo y aprendo cada día algo nuevo gracias a la relación especial que hemos tejido entre todos.

“Mi labor principal consiste en formar y dar apoyo al personal saudí contratado por Renfe para prestar servicio en los trenes y estaciones”.

Detállenos cómo es un día cualquiera durante su estancia en Arabia Saudí.

Normalmente madrugo para hacer deporte y antes de las 9 estoy en la oficina e inicio las labores propias de mi puesto: superviso las tareas asignadas a mi equipo, verifico que todo está en orden y compruebo los datos que recogen el promedio de tiempo y número de llamadas atendidas, reclamaciones y respuestas, visitas y viajes de grupo, así como otras gestiones dirigidas a prestar servicio al cliente de la red de alta velocidad ferroviaria saudí. Además, realizamos reuniones periódicas para poner en común la mecánica diaria con miras a mejorar la experiencia de viaje.

¿Cuáles cree usted que son las cualidades necesarias para aventurarse en un proyecto que se desarrolla en otro país de costumbres tan distintas a las del país de partida?

Fortaleza interna, tolerancia y mente abierta son imprescindibles para sumergirse en el país de acogida sin prejuzgar ni pretender imponer la cultura propia. Cuando uno decide expatriarse, no puede esperar que durante ese tiempo el modo de vida sea como el que dejó ni mucho menos tener la prepotencia de observar desde el prejuicio. La clave está en adaptarse como lo hace la piel de un camaleón que se mimetiza en su entorno. Hay que disfrutar de lo que te ofrece su manera de ver la vida, su gastronomía, la hospitalidad de su gente y, sobre todo, ser consciente que se es un privilegiado por tener la oportunidad de disfrutar de la multiculturalidad. De hecho, mi grupo de amigos lo componen 12 personas de otros tantos países diferentes. La experiencia no es solo profesional sino profundamente personal.

Ya que lo menciona, a la vista está que su decisión de partir a Arabia Saudí ha traído consigo un fruto muy personal. Su estado civil ha cambiado y quizá otras facetas que quiera compartir.

Así es, conocí allí a quien hoy es mi mujer, Laila Albargawi. Por aquel entonces, ella integraba la plantilla del Contact Center y organizaba el equipo una cena de despedida a la que no me apetecía asistir porque al día siguiente debía mudarme del hotel al compound (conjunto residencial donde habita la mayoría de los trabajadores expatriados y de diversas nacionalidades) y no tenía ni la mente ni el cuerpo para mucho entretenimiento. La química con Laila fue instantánea y, lo que no quería después, era dar por finalizada la celebración para permanecer más tiempo junto a ella. Días más tarde, tuve la ocasión perfecta para seguir viéndonos, ya que debía realizar un video que contará la experiencia de compañeros en el proyecto del Ave a La Meca. Así que, entre viajes y planos, fuimos dando forma a una relación que ha derivado en boda. El enlace tuvo lugar en agosto en Arabia Saudí y este año lo festejaremos en León, mi tierra natal, junto a amigos y familiares.

¿Encontró alguna dificultad para formalizar el matrimonio?

No más de la que se puede encontrar entre dos personas con diferente cultura y religión que deciden casarse. Después de asistir a clases durante varias semanas y mediante un rito denominado Shahada (uno de los cinco pilares del islam, según la concepción suní), que consiste en recitar en voz alta un manifiesto en árabe ante dos testigos tras una ablución, me convertí a la religión musulmana. Era un trámite necesario para poder contraer matrimonio con Laila que no implica renunciar a mi identidad. Por lo demás, su familia me acogió desde el principio con naturalidad y alegría como a un pariente más. Los árabes muestran, por lo general, una hospitalidad ejemplar. Destaco entre sus valores más preciados la importancia que dan a la familia como pilar que fundamenta su proceder.

“Me convertí a la religión musulmana. Era un trámite necesario para poder contraer matrimonio con Laila que no implica renunciar a mi identidad”.

Haga balance de su experiencia profesional en los tres años transcurridos en Yeda.

En mi caso particular, destaco el aprendizaje a la hora de delegar; confiar e involucrar a las personas en los objetivos a lograr son herramientas clave para materializar soluciones y acuerdos. Desde una perspectiva general, el equipo de Renfe desplazado a Arabia Saudí está compuesto por personal altamente cualificado que cada día aporta el saber hacer de una empresa ferroviaria valorada internacionalmente gracias a los proyectos liderados por nuestros profesionales, su principal valor. Por ello, el balance de lo aprendido y experimentado en este período está siendo satisfactorio y gratificante a nivel profesional, pero destaco el crecimiento personal que conlleva vivir y trabajar en un país que tiene tanto que ofrecer.

¿Dónde se imagina o le gustaría desarrollar su actividad profesional en los próximos años?

Mi futuro inmediato está en Arabia Saudí y pasa por continuar coordinando la parte de la plantilla que compete a mi responsabilidad. Sin embargo, estoy abierto a lo que surja y no pondría impedimento a participar en otros proyectos internacionales de Renfe en Europa, África o América. Tampoco descarto un regreso a España para desempeñar funciones en las que sea posible poner en práctica lo aprendido, aunque también me ilusionaría iniciar andadura por caminos profesionales nuevos.

Anotaciones al margen…

Rodrigo y Laila dedican días libres a visitar a la familia en tierras leonesas y a disfrutar junto a los amigos que tienen desperdigados entre Cantabria, País Vasco, Castilla y León y Madrid. En el periplo entre una comunidad y otra disfrutan del calor que brinda la amistad y de las tradiciones más arraigadas que dotan de personalidad a cada lugar: paisajes de mar y montaña, pintxos y tapas con aclimatación incluida para templar el ánimo. Pregunto dónde preferirían fijar residencia si se diera el caso de regresar a España. Contestan al unísono y mirándose a los ojos que igual les da porque se adaptarían a cualquier lugar. De ahí lo de la piel camaleónica que se mimetiza en el entorno como si fuera el autóctono…

Pienso al despedirnos que Rodrigo llegó a Arabia Saudí con el entusiasmo propio de quien emprende un proyecto ilusionante capaz de vencer cualquier incertidumbre. El resultado ha multiplicado exponencialmente sus expectativas iniciales, entre otras cosas, porque hizo una apuesta consigo mismo que consistía en sumar experiencia y conocimientos para la vida. Sin duda ha ganado.

Texto: Verónica Portell es periodista

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