Girona tiene fama, y con razón, de ser una de las ciudades de España en que mejor se vive. Además, su centro histórico es uno de los mejor conservados de la Península ibérica y dispone de un buen número de museos de primer orden que la han convertido, en los últimos años, en una de las capitales más visitadas. A ello han contribuido dos hechos: el primero es que la ciudad forma parte de la línea de alta velocidad Madrid – Zaragoza – Barcelona – frontera francesa; el segundo es la existencia de un aeropuerto capaz de atraer, año tras año, a millones de viajeros llegados desde otras latitudes.

El hecho es que Girona resulta una ciudad ideal para dedicarle un fin de semana. Para disfrutar de sus muchos atractivos históricos y culturales. Pero también para gozar de sus restaurantes y del ambiente juvenil que la ciudad respira, particularmente gracias a la existencia de su Universidad.

Del Pont de Pedra a la Catedral

Una visita a Girona debería empezar por el Pont de Pedra (el Puente de Piedra) que une las dos orillas del río Onyar. La estampa desde este punto es una de las más paradigmáticas de la ciudad, con las fachadas traseras de la viviendas pintadas en colores pastel asomándose al río. Uno podría pensar que el colorido ha sido siempre el mismo, pero no es así. Las fachadas fueron pintadas en los años 80 del siglo pasado para convertirse en uno de los lugares más fotografiados de la ciudad.

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Desde este punto podremos divisar, a lo lejos, otro de los puentes que hay qué ver en Girona. Es obra del famoso ingeniero Gustave Eiffel, está construido en hierro y recibe en nombre de Pont de les Peixeteries Velles (Puente de las Pescaderías Viejas).

Enseguida vamos a tomar la Rambla de la Llibertat, un lugar que resulta ideal para tomar un vermú los domingos, repleto como está de terrazas. También aquí encontraréis la oficina de turismo de Girona donde os ofrecerán un mapa e información para seguir vuestra ruta por la ciudad.

La Rambla se sigue de la Calle de l’Argentería, aunque al final de la misma enseguida buscamos la peatonal Carrer de la Força, que es la principal de la judería gerundense. Esta calle, en cuesta, es una de las más bellas de la ciudad. Estrecha y en pendiente, es la que nos llevará directamente a la Catedral de Girona. Antes, sin embargo, debemos detenernos en el Centre Bonastruc ça Porta, que hoy desempeña las funciones de Museo de Historia de los Judíos. Es uno de los centros culturales de imprescindible visita en esta ciudad. Nos ayuda a comprender la importancia que tuvo la comunidad judía durante la Edad Media, no solo en Girona, si no también en toda la Península Ibérica. En el interior del museo se puede visitar, incluso, un viejo miqvé. Es decir, un baño ritual judío.

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Si seguimos por el Carrer de la Força llegamos, en poco más de dos minutos, a la Plaza de la Catedral. Es aquí donde se ubica la fenomenal escalera barroca que conduce al templo mayor de Girona. La Catedral, que es de estilo gótico, aunque con muchas remodelaciones posteriores, está considerada la catedral gótica más amplia entre las que disponen de una sola nave. Tan importante como la misma catedral resulta el Museo-Tesoro de la misma. Entre escultura, pintura y orfebrería góticas, podemos encontrar el célebre tapiz de la Creación, único en su género, bordado durante el siglo XI y considerado como una de las obras cumbre del arte románico.

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Los Baños Árabes y el Monasterio de Sant Pere Galligants

Una de las joyas que nos depara la ciudad de Girona es la existencia de unos baños medievales. Popularmente conocidos como Baños Árabes. Incluso hay quien los llama Baños Romanos. Pero lo cierto es que la estructura fue edificada en el siglo XIII, en pleno románico, aunque siguiendo la habitual estructura de las termas romanas. La pequeña piscina cerrada por columnas unidas por arcos románicos es la joya de los Baños Árabes de Girona. Sin embargo, podréis distinguir con facilidad las salas fría, templada y caliente de los baños. Es decir, lo que corresponde al Frigidarium, al Tepidarium y al Caldarium romano.

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Desde los Baños Árabes debemos buscar la segunda de las joyas románicas de Girona. Me refiero al antiguo monasterio de Sant Pere Galligants. Su iglesia, desacralizada en la actualidad, forma parte de las dependencias del Museo de Arqueología de Cataluña. Sin embargo, la verdadera joya del monasterio es su delicioso claustro románico. Un remanso de paz en una ciudad, que por otra parte, es bastante tranquila.

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Un segundo día entre los mejores museos de Girona

Un día no será suficiente para disfrutar de todo lo que ofrece la ciudad. Es por ello que merece la pena dedicarle una segunda jornada. Si es sábado, se impone una visita matinal al Mercat del Lleó (Mercado del León), que este año cumple su 75 aniversario. Desde primera hora de la mañana bulle de actividad.

También merece la pena dar un paseo por la Muralla de Girona, que ha sido remodelada progresivamente y que ofrece unas maravillosas vistas aéreas de la ciudad. Desde lo alto os será fácil distinguir la Catedral de Girona, pero también la iglesia de San Félix, que tiene rango de Basílica. Aquí está enterrado Sant Narcís, el patrón de la ciudad.

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Sin embargo, hay dos museos que merece la pena visitar durante la segunda jornada en Girona. El primero es el Museo del Cine. Esta institución, la primera en la materia en España, nació gracias a la colección particular de Tomás Mayol y es referencia en el mundo del cine a nivel mundial. Aquí descubriréis todo tipo de artilugios relacionados con la historia de uno de los inventos más importantes de los últimos 200 años. Una visita imprescindible que gustará por igual a niños y mayores.

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El segundo museo que merece la pena visitar es el Caixaforum de Girona. Perteneciente a la Fundación la Caixa y no dispone de fondos propios. Sin embargo, sí que es capaz de programar exposiciones de primer orden. La verdad es que merece la pena echarle un vistazo antes de abandonar la ciudad.

No quisiera terminar el artículo sin mencionar una pequeña escultura que nadie debe perderse en Girona. Me refiero a su célebre leona, uno de los símbolos de la ciudad. La escultura está situada a los pies de San Félix y, aunque nadie sabe el motivo, se ha convertido en símbolo de la ciudad. La tradición manda besar su culo, si uno quiere garantizarse el regreso a Girona. Ya lo sabéis: si os ha gustado la ciudad, besad el culo de la Leona antes de regresar a casa.

Texto y Fotografías: Jordi Martínez es autor del blog de viajes y etnología Mil viatges

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