Viajar en los trenes regionales de Renfe permite disfrutar desde sus ventanillas de algunos de los paisajes más bellos de nuestro país y, además, hacerlo por vías cargadas de historia. Hoy proponemos una atractiva ruta, que se puede realizar tranquilamente en una jornada, en un recorrido triangular con origen y destino en Bilbao, sin apenas desandar lo andado, y todo por menos de 30 Euros.

El origen de la ruta que proponemos se encuentra en la estación de Bilbao-Concordia, bonito nombre que, además, tiene grandes reminiscencias ferroviarias ya que su origen se refiere a un importante acuerdo alcanzado entre los acreedores y los rectores de la Compañía del Ferrocarril de Tudela a Bilbao en una reunión celebrada en los terrenos en los que, años más tarde, se levantó esta terminal ferroviaria.

La estación Bibao-Concordia a principios del siglo XX. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

La estación de Bilbao-Concordia fue levantada por la Compañía de los Ferrocarriles de Santander a Bilbao según proyecto del ingeniero Valentín Gorbeña y el arquitecto Severino Achúcarro, para entrar en servicio el 21 de julio de 1898 sin que se organizase una inauguración oficial, ya que el país no estaba para celebraciones, tras la destrucción de la flota del Almirante Cervera en Santiago de Cuba pocos días antes.

Antes de tomar el tren regional de Renfe-Feve que parte de sus andenes a las 8:00, el viajero puede admirar el interesante diseño de la estación, ya que está concebido como un puente metálico roblonado que soporta las vías y configura el vestíbulo inferior, rematado por una soberbia fachada ecléctica. Una vez en los andenes, desde su impresionante balconada se puede disfrutar de una de las vistas más emblemáticas de Bilbao, con el Nervión y el Teatro Arriaga en primer plano, las históricas siete calles y el monte Artxanda como telón de fondo.

De Bilbao a Santander

El tren parte puntual desde el andén para encaminarse por el primer tramo del viaje, la antigua concesión del ferrocarril de Zorroza a Bilbao, otorgada por el gobierno el 21 de diciembre de 1894 y que entró en servicio el 21 de julio de 1898. A continuación, el viajero continúa por las vías del histórico Ferrocarril del Cadagua, inaugurado el 5 de diciembre de 1891, hasta alcanzar la estación de Aranguren, punto de enlace entre la vía que sigue a Balmaseda y León con la que se dirige a Santander.

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Tren de viajeros de Bilbao a Santander  a su paso por Astillero. Aún se conserva el cargador de mineral de Orconera sobre la vía. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril.

A partir de Aranguren el tren abandona la línea de Cercanías de Bilbao a Balmaseda para adentrarse en una nueva concesión, la de Zalla a Solares, otorgada por el gobierno el 14 de julio de 1893 e inaugurada el 6 de junio de 1896. Desde la ventanilla, el viajero podrá disfrutar de algunas de las vistas más hermosas del interior de Bizkaia, incluido Karrantza y su antiguo balneario, para adentrarse seguidamente en Cantabria, para circular por las bellas marismas de la ría de Treto.

Salida de un Cercanías de Santander a Solares. Fotografía de Lawrence G. Marshall.

En Orejo la vía empalma con el ramal que se dirige a Solares y Liérganes, localidades con aguas termales de reconocido prestigio, pero para proseguir el viaje a la capital de Cantrabria es preciso que el tren se adentre en una nueva concesión ferroviaria, la del antiguo ferrocarril de Santander a Solares. Inaugurado el 3 de marzo de 1892, en origen se tendió con el ancho de vía normal español, cuando el resto de la línea desde Bilbao era de ancho métrico. Para solucionar el problema, la noche del 19 al 20 de junio de 1896 se procedió a estrechar la separación de sus carriles en una espectacular operación que no requirió suspender el tráfico ferroviario. El viajero llega a las 11:01 a la estación de Santander.

Fachada principal de la estación diseñada por Luis Gutiérrez Soto como terminal ferroviaria de Santander. Fotografía de Juan Bautista Cabrera. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril.

El edificio de la terminal desde donde parten los trenes de Renfe (ancho convencional) sustituyó en 1947 las primitivas estaciones destruidas durante la Guerra Civil y merece la pena dedicar unos minutos para contemplar su elegante diseño, obra del arquitecto Luís Gutiérrez Soto.

De Santander a Mataporquera

Una vez en la capital cántabra, el viajero dispone de tiempo suficiente para recorrer sus elegantes paseos, admirar las imponentes vistas al mar en el Sardinero y disfrutar de su rica gastronomía. Además, con cita previa, se puede visitar el pequeño museo ferroviario que han organizado los amigos del ferrocarril en un antiguo cocherón situado en las proximidades de la estación.

Andenes de vía ancha de la estación de Santander. Fotografía de Juan Bautista Cabrera. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril.

A las 15:38 parte de los andenes de la capital cántabra el tren regional de Renfe que, a través de la antigua línea de vía ancha de Alar del Rey a Santander, llevará al viajero hasta Mataporquera. Se trata de uno de los trazados más antiguos de España; el primitivo ferrocarril de Isabel II, concebido por el gobierno el 19 de diciembre de 1851 y en cuyos primeros estudios participó el propio Georges Stephenson, inventor del ferrocarril. Sin embargo, las grandes dificultades impuestas por la abrupta orografía, que ya habían desanimado al ilustre ingeniero británico, frenaron el desarrollo de las obras, que no se completaron hasta el 8 de julio de 1866. Aunque todos los paisajes que recorre son de gran belleza, el tramo más espectacular es, sin duda, la dura subida desde Bárcena de Pie de Concha hasta Reinosa, con la que la vía férrea vence la formidable barrera de la Cordillera Cantábrica.

Maniobras de un tren en Santander. Fotografía de Juan Bautista Cabrera. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril.

Desde Reinosa, la vía prosigue su ascensión hasta alcanzar en el puerto de Pozazal el punto más elevado de la línea, a 1002 metros de altitud sobre el nivel del mar, no sin antes cruzar el armonioso viaducto de Celada, de 123 metros de longitud, conformado por 10 elegantes arcos de sillería. Poco después, el tren inicia un rápido descenso hasta llegar a Mataporquera a las 17:22 horas.

De Mataporquera a Bilbao

El viajero dispone en Mataporquera de algo más de media hora para visitar este industrioso pueblo cántabro, dominado por la colorista mole de su fábrica de cementos, o para visitar su Centro de Interpretación del Ferrocarril de La Robla. A las 18:01 parte de su estación el automotor que cubre esta línea de vía métrica, la más larga de Europa, para iniciar el viaje hacia Bilbao.

Correo de Bilbao a León fotografiado por Trevor Rowe. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril.

El primer tramo del recorrido por el ferrocarril de La Robla, que se encamina a Espinosa de los Monteros, entró en servicio el 14 de septiembre de 1894. Más antigua es la continuación a Balmaseda, inaugurada hace más de 125 años, el 6 de octubre de 1892. En su trayecto, el tren pasa junto a las aguas del pantano del Ebro para atravesar nuevamente la Cordillera Cantábrica por el puerto del Cabrio, que permite descender entre verdes montes hacia Bikaia.

Desde la cola del tren se contempla el correo de León a Bilbao a su paso sobre el puente del Ebro. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril.

A partir de Balmaseda, el tren regresa a las vías del antiguo Ferrocarril del Cadagua, hoy electrificado y con un intenso tráfico de Cercanías, para, a partir de Aranguren, desandar lo recorrido por la mañana y llegar a los andenes de la bilbaína estación de La Concordia a las 21:34. Se cierra así un periplo ferroviario a través de la historia y la geografía de algunos de los lugares más pintorescos del norte de España.

Juanjo Olaizola Elordi es Director del Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia

Consulta nuestra Guía de Bizkaia y Guía de Cantabria para viajar en tren.